SORPRESA (Continuación de "A ciegas")
Guillermo estaba en la barra saboreando su cerveza de
importación mientras miraba a la pista de baile, la muy zorra lo estaba
consiguiendo.
María había elegido un ajustado traje rojo que resaltaba
sus curvas y su precioso pelo negro y se estaba contoneando en la pista como
una verdadera zorra, restregando su cuerpo libidinosamente sobre otro cuerpo,
prácticamente perfecto, pero no como el de su María, porque sí, María estaba
ligando con otra mujer, y por suerte a pesar de no tener experiencia lésbica,
había acertado al elegir su presa. Guillermo había tenido una semana de locos y
estaba agotado, así que le dijo a María que saldrían por ahí pero sin juegos ni sexo, realmente María cada
vez le gustaba más, la palabra enamorarse le parecía exagerada, pero no lo
descartaba. Pensó que a ella le haría ilusión salir como una pareja normal e incluso encontrarse a amigos en
común y comportarse como una pareja tradicional, pero María no dejaba de
sorprenderle, llegaron a una discoteca acompañados de unos amigos de María que
se fueron en seguida porque tenían críos pequeños que les hacían de
despertador, pero a Guillermo no le
había apetecido irse a casa, se le estaba pasando el agotamiento rápidamente y
sobretodo se le estaba pasando esa estupidez de “hoy sin juegos ni sexo” pero
no quería decepcionar a María y que ella pensase que solo la quería para el
sexo (¡Oye! A lo mejor sí se estaba enamorando de su amante.)
Pero visto lo visto, María no iba a decepcionarse si
acababan la noche en plan sexo salvaje. En los dos meses que llevaban de…
¿Encuentros? ¿Relación? desde su primera cita “A ciegas” para ella, habían
hablado de sus fantasías y ella tenía dos muy claras: un trío con otra mujer y,
esto le sorprendió mucho, montárselo con un tío o tía con polla y tetas, es decir, un travelo de
toda la vida. Al parecer estaba dispuesta a llevar a cabo la del trío.
María dejó de bailar y se acercó a Guillermo y le preguntó muy sensualmente al
oído si seguía deseando una noche de pareja tradicional, Guillermo no se esforzó
mucho en su respuesta, le sonrió y le señaló con el dedo a su entrepierna,
estaba poniéndose tan cachondo viéndola bailar así que empezaba a notársele
alarmantemente. María le sonrió pícaramente y le dijo que le tenía una
sorpresa. Agarró de la mano a la mujer con la que estaba bailando y se la
presentó a Guillermo, Ana se llamaba.
Cuando
Guillermo la vio de cerca enseguida se dio cuenta que sus voluminosos pechos
eran operados, Ana era atractiva, unas facciones muy marcadas, con unos ojos
azules intensos y unas curvas exageradas pero atrayentes, para una noche de
desenfreno no estaba mal, y por la voz que tenía debía ser fumadora. Se tomaron
otra copa en la barra para romper el hielo, pero en realidad lo que estaban
haciendo era calentar a Guillermo, ya que las dos no paraban de besarse y
sobarse delante de él, así que decidió que se acababan las copas, cogió a María
de la mano y dijo: - “Venga para casa”- mientras con la otra mano llamaba un
taxi.
Cuando llegaron a casa, Ana cogió a Guillermo y le dio un
morreo que casi le rompe la campanilla, si esto le cogió por sorpresa, más le
sorprendió que María se estaba descojonando de risa – “Será el alcohol” -
pensó.
Cuando llegaron a la habitación, sorprendentemente María
tomó la iniciativa, le empujó y le sentó en la cama. Sexualmente él tenía un
rol más dominante, aunque al final, si lo pensaba bien, siempre acababan
haciendo lo que a ella le apetecía, por suerte se compenetraban sexualmente a
la perfección.
María y Ana empezaron a besarse, magrearse, las dos se
bajaron los vestidos y dejaros sus exuberantes tetas al aire, las preciosas y
naturales de María, con sus pezones erectos por la excitación y las operadas de
Ana, que por dicho motivo desafiaban a la gravedad.
De repente Ana desnudó del todo a María, le sacó el
vestido y como era habitual iba sin bragas, la agarró del pelo y la hizo
arrodillarse. Guillermo estaba perplejo- ¿Había elegido una Dómina? – pero lo
que más le llamaba la atención es que María seguía muerta de risa.
Cuando María se arrodillo y bajó el vestido y las “abultadas”
bragas de Ana, todo tomó sentido, la tía tenía polla, tetas y polla. María le
miró con cara de pilla y se metió la polla de Ana hasta dentro y la polla de
Guillermo casi rompe sus pantalones.
Cuando Guillermo y María hablaron de esta fantasía,
Guillermo dejó claro que él miraría, no le atraían especialmente los travelos,
ahora se estaba arrepintiendo, se sacó la polla y empezó a pajearse, y cuando
estaba a punto de correrse se acercó a las mujeres, María iba a soltar la polla
de Ana para comerse la suya, pero Guillermo la frenó y se corrió por todo su
pelo y su espalda, en ese momento Ana la separó delicadamente y se corrió por los
pechos de María, nadie salvo Guillermo se corría dentro de María, por
posesividad, pero también por higiene. Claramente María le había dicho sus
normas a Ana, ya que esta le dijo con su ahora ya claramente vozarrón – “¿Has
cambiado de idea? ¿Ya vas a hacer algo más que mirar?”- - “Vamos a ir viendo
que pasa” – contestó él.
Levantó a María y empezó a besarla mientras le metía los
dedos en el coño, que parecía un grifo, al mismo tiempo Ana se empezó a restregar
por la espalda de María lo que posibilitó que Guillermo pudiese tocarle y
magrearle las tetas, aunque debía reconocer que las tetas operadas no le
atraían especialmente, la situación era de lo más morbosa y notaba como su
polla tomaba vida otra vez, se alejó de las mujeres, ocasión que estas
aprovecharon para seguir besándose y tocándose. Guillermo volvió con un
preservativo que le tendió a Ana, se tumbó en la cama y empaló a María sin
compasión y con sus manos abrió el culo de esta en una clara invitación a que
Ana le acompañase en una doble penetración, esta no lo dudó un momento y
también penetró a María sin contemplaciones, esta dio un pequeño alarido,
claramente más de placer que de dolor, y así Guillermo y Ana empezaron a
embestir a María con unos movimientos perfectamente acompasados, y María no hacía más que correrse una y otra vez, era
la mujer más multiorgásmica que había visto en su vida, y no era por presumir, pero había follado con unas
cuantas tías en su vida, mientras Guillermo la besaba y sobaba las tetas de su
partener con tetas y polla, increíblemente los dos se corrieron a la vez, y
María una vez más con ellos. Los tres cayeron exhaustos en la cama, María en
medio de los dos.
De repente Guillermo espetó autoritario – “¿Qué te he
dicho de correrte sin mi permiso?” – María le miró con esos ojazos negros en
los que él podría vivir para siempre, y se encogió de hombros – “¿Qué te parece
si la damos un buen spanking por desobediente?” - Le dijo a Ana – “¿Sois
bedesemeros?” – le preguntó esta – a lo que María contestó haciendo círculos
con los ojos –“ Lo justo, a él le gusta eso de Amo y Señor, pero yo soy más de aquí
te pillo aquí te mato” – Los tres se echaron a reír, pero lo del spanking no se
libraba, además a la muy zorra le encantaba, al principio los encadenaba uno detrás
de otro, porque los azotes la ponían tan cachonda que se corría con el castigo por
correrse, así era un no parar. Así que Guillermo introdujo la fusta y la vara,
esta última la excitaba menos, aunque cada vez le gustaba más, se estaba
convirtiendo en un poco bastante masoca, y eso le gustaba a Guillermo que era algo
sádico.
La tumbaron boca abajo, y obviamente ella pidió que la
atasen, se estaba convirtiendo en un perra viciosa sin límites, y eso a
Guillermo le encantaba. Cogió la cuerda que tenía en la mesilla y la ató las manos y los pies a
las cuatro esquinas de la cama, y se percató que tanto a él como a Ana se les
volvía a cobrar vida sus pollas, y hablando de pollas, la de Ana no era enorme,
pero no estaba mal de tamaño para ir acompañada de esas tetazas.
Sacó la fusta y el flogger, a María nunca la habían azotado dos personas a
la vez, la vara le parecía demasiado. Y empezaron a alternarse golpeando su
culo, sus muslos, parte de su espalda, hasta que gran parte de la parte trasera
de María estaba roja, de un rojo precioso, y esta ya estaba rogando por
correrse, a lo que Guillermo fue contundente con un claro NO.
Le cogió el flogger a Ana y metió el mango en el coño de María,
cogió la fusta y se la metió en el culo, ordenándole que no se le saliese
ninguna. Si alguien hubiese medido lo caliente que estaba María en ese momento,
probablemente hubiese estallado el termómetro.
Se sentó en la cabecera de la cama con la polla tiesa
como un mástil de tal manera que la atada y caliente María le pudiese ver y le
echó una mirada cómplice a Ana que entendió a la perfección, gateó por la cama
y empezó a chuparle la polla a Guillermo, María estaba atónita, ella con sus
agujeros llenos sin poderse correr y la
otra chupando la polla a su Guillermo, como este la conocía bien le metió los dedos
en la boca para que estuviese calladita, mientras disfrutaba de la mamada que
le daba Ana, cundo estaba a punto de correrse la separó, y como pudo reemplazó
sus dedos en la boca de María por su polla y se corrió con la satisfacción de
ver como ella, glotona como siempre, se lo tragaba todo.
Guillermo le dijo que cuando sacasen los bártulos de sus
orificios se podría correr, Ana y él tiraron del flogger y la fusta
enérgicamente, y el orgasmo de María fue tan escandaloso, que Guillermo estuvo
un rato pendiente de que no apareciese algún vecino. Ana se fue a duchar,
mientras Guillermo contemplaba a Ana aún atada y exhausta, le encantaba tenerla
así.
Cuando Ana salió ya vestida de la ducha, Guillermo le
ofreció un café o algo, pero ella lo declinó, les dio las gracias por la
fantástica noche que había pasado y besó a Ana apasionadamente, preguntándole a
Guillermo sino iba a desatarla, a lo que María puso cara de consecuencias y
Guillermo se encogió de hombros.
Cuando volvió de acompañar a Ana a la puerta se acercó a
María, la desató y la cogió entre sus brazos – “Gracias por esta increíble noche,
no dejas de sorprenderme” – le dijo, a lo que María, a punto de dormirse en sus
brazos, solo sonrió. – “Por cierto” – le dijo Guillermo, Ana nos ha dejado su
teléfono por si queremos repetir – ahí María se espabiló bien- “Te ha comido la
polla, esa zorra con pirola no vuelve a acercarse a ti” – Guillermo no pudo
menos que echar una carcajada y abrazar aún más a María.
¡Maldita sea! ¿A ver si se estaba enamorando de María?