miércoles, 8 de agosto de 2018

SORPRESA (Continuación de "A ciegas")


SORPRESA (Continuación de "A ciegas")

            Guillermo estaba en la barra saboreando su cerveza de importación mientras miraba a la pista de baile, la muy zorra lo estaba consiguiendo.
            María había elegido un ajustado traje rojo que resaltaba sus curvas y su precioso pelo negro y se estaba contoneando en la pista como una verdadera zorra, restregando su cuerpo libidinosamente sobre otro cuerpo, prácticamente perfecto, pero no como el de su María, porque sí, María estaba ligando con otra mujer, y por suerte a pesar de no tener experiencia lésbica, había acertado al elegir su presa. Guillermo había tenido una semana de locos y estaba agotado, así que le dijo a María que saldrían por ahí  pero sin juegos ni sexo, realmente María cada vez le gustaba más, la palabra enamorarse le parecía exagerada, pero no lo descartaba. Pensó que a ella le haría ilusión salir como una pareja  normal e incluso encontrarse a amigos en común y comportarse como una pareja tradicional, pero María no dejaba de sorprenderle, llegaron a una discoteca acompañados de unos amigos de María que se fueron en seguida porque tenían críos pequeños que les hacían de despertador, pero  a Guillermo no le había apetecido irse a casa, se le estaba pasando el agotamiento rápidamente y sobretodo se le estaba pasando esa estupidez de “hoy sin juegos ni sexo” pero no quería decepcionar a María y que ella pensase que solo la quería para el sexo (¡Oye! A lo mejor sí se estaba enamorando de su amante.)
            Pero visto lo visto, María no iba a decepcionarse si acababan la noche en plan sexo salvaje. En los dos meses que llevaban de… ¿Encuentros? ¿Relación? desde su primera cita “A ciegas” para ella, habían hablado de sus fantasías y ella tenía dos muy claras: un trío con otra mujer y, esto le sorprendió mucho, montárselo con un tío o tía  con polla y tetas, es decir, un travelo de toda la vida. Al parecer estaba dispuesta a llevar a cabo la del trío.
            María dejó de bailar y se acercó a  Guillermo y le preguntó muy sensualmente al oído si seguía deseando una noche de pareja tradicional, Guillermo no se esforzó mucho en su respuesta, le sonrió y le señaló con el dedo a su entrepierna, estaba poniéndose tan cachondo viéndola bailar así que empezaba a notársele alarmantemente. María le sonrió pícaramente y le dijo que le tenía una sorpresa. Agarró de la mano a la mujer con la que estaba bailando y se la presentó a Guillermo, Ana se llamaba.
            Cuando Guillermo la vio de cerca enseguida se dio cuenta que sus voluminosos pechos eran operados, Ana era atractiva, unas facciones muy marcadas, con unos ojos azules intensos y unas curvas exageradas pero atrayentes, para una noche de desenfreno no estaba mal, y por la voz que tenía debía ser fumadora. Se tomaron otra copa en la barra para romper el hielo, pero en realidad lo que estaban haciendo era calentar a Guillermo, ya que las dos no paraban de besarse y sobarse delante de él, así que decidió que se acababan las copas, cogió a María de la mano y dijo: - “Venga para casa”- mientras con la otra mano llamaba un taxi.
            Cuando llegaron a casa, Ana cogió a Guillermo y le dio un morreo que casi le rompe la campanilla, si esto le cogió por sorpresa, más le sorprendió que María se estaba descojonando de risa – “Será el alcohol” - pensó.
            Cuando llegaron a la habitación, sorprendentemente María tomó la iniciativa, le empujó y le sentó en la cama. Sexualmente él tenía un rol más dominante, aunque al final, si lo pensaba bien, siempre acababan haciendo lo que a ella le apetecía, por suerte se compenetraban sexualmente a la perfección.
            María y Ana empezaron a besarse, magrearse, las dos se bajaron los vestidos y dejaros sus exuberantes tetas al aire, las preciosas y naturales de María, con sus pezones erectos por la excitación y las operadas de Ana, que por dicho motivo desafiaban a la gravedad.
            De repente Ana desnudó del todo a María, le sacó el vestido y como era habitual iba sin bragas, la agarró del pelo y la hizo arrodillarse. Guillermo estaba perplejo- ¿Había elegido una Dómina? – pero lo que más le llamaba la atención es que María seguía muerta de risa.
            Cuando María se arrodillo y bajó el vestido y las “abultadas” bragas de Ana, todo tomó sentido, la tía tenía polla, tetas y polla. María le miró con cara de pilla y se metió la polla de Ana hasta dentro y la polla de Guillermo casi rompe sus pantalones.
            Cuando Guillermo y María hablaron de esta fantasía, Guillermo dejó claro que él miraría, no le atraían especialmente los travelos, ahora se estaba arrepintiendo, se sacó la polla y empezó a pajearse, y cuando estaba a punto de correrse se acercó a las mujeres, María iba a soltar la polla de Ana para comerse la suya, pero Guillermo la frenó y se corrió por todo su pelo y su espalda, en ese momento Ana la separó delicadamente y se corrió por los pechos de María, nadie salvo Guillermo se corría dentro de María, por posesividad, pero también por higiene. Claramente María le había dicho sus normas a Ana, ya que esta le dijo con su ahora ya claramente vozarrón – “¿Has cambiado de idea? ¿Ya vas a hacer algo más que mirar?”- - “Vamos a ir viendo que pasa” – contestó él.
            Levantó a María y empezó a besarla mientras le metía los dedos en el coño, que parecía un grifo, al mismo tiempo Ana se empezó a restregar por la espalda de María lo que posibilitó que Guillermo pudiese tocarle y magrearle las tetas, aunque debía reconocer que las tetas operadas no le atraían especialmente, la situación era de lo más morbosa y notaba como su polla tomaba vida otra vez, se alejó de las mujeres, ocasión que estas aprovecharon para seguir besándose y tocándose. Guillermo volvió con un preservativo que le tendió a Ana, se tumbó en la cama y empaló a María sin compasión y con sus manos abrió el culo de esta en una clara invitación a que Ana le acompañase en una doble penetración, esta no lo dudó un momento y también penetró a María sin contemplaciones, esta dio un pequeño alarido, claramente más de placer que de dolor, y así Guillermo y Ana empezaron a embestir a María con unos movimientos perfectamente acompasados, y María  no hacía más que correrse una y otra vez, era la mujer más multiorgásmica que había visto en su vida, y no  era por presumir, pero había follado con unas cuantas tías en su vida, mientras Guillermo la besaba y sobaba las tetas de su partener con tetas y polla, increíblemente los dos se corrieron a la vez, y María una vez más con ellos. Los tres cayeron exhaustos en la cama, María en medio de los dos.
            De repente Guillermo espetó autoritario – “¿Qué te he dicho de correrte sin mi permiso?” – María le miró con esos ojazos negros en los que él podría vivir para siempre, y se encogió de hombros – “¿Qué te parece si la damos un buen spanking por desobediente?” - Le dijo a Ana – “¿Sois bedesemeros?” – le preguntó esta – a lo que María contestó haciendo círculos con los ojos –“ Lo justo, a él le gusta eso de Amo y Señor, pero yo soy más de aquí te pillo aquí te mato” – Los tres se echaron a reír, pero lo del spanking no se libraba, además a la muy zorra le encantaba, al principio los encadenaba uno detrás de otro, porque los azotes la ponían tan cachonda que se corría con el castigo por correrse, así era un no parar. Así que Guillermo introdujo la fusta y la vara, esta última la excitaba menos, aunque cada vez le gustaba más, se estaba convirtiendo en un poco bastante masoca, y eso le gustaba a Guillermo que era algo sádico.
            La tumbaron boca abajo, y obviamente ella pidió que la atasen, se estaba convirtiendo en un perra viciosa sin límites, y eso a Guillermo le encantaba. Cogió la cuerda que tenía  en la mesilla y la ató las manos y los pies a las cuatro esquinas de la cama, y se percató que tanto a él como a Ana se les volvía a cobrar vida sus pollas, y hablando de pollas, la de Ana no era enorme, pero no estaba mal de tamaño para ir acompañada de esas tetazas.
            Sacó la fusta y el flogger, a  María nunca la habían azotado dos personas a la vez, la vara le parecía demasiado. Y empezaron a alternarse golpeando su culo, sus muslos, parte de su espalda, hasta que gran parte de la parte trasera de María estaba roja, de un rojo precioso, y esta ya estaba rogando por correrse, a lo que Guillermo fue contundente con un claro NO.

            Le cogió el flogger a Ana y metió el mango en el coño de María, cogió la fusta y se la metió en el culo, ordenándole que no se le saliese ninguna. Si alguien hubiese medido lo caliente que estaba María en ese momento, probablemente hubiese estallado el termómetro.
            Se sentó en la cabecera de la cama con la polla tiesa como un mástil de tal manera que la atada y caliente María le pudiese ver y le echó una mirada cómplice a Ana que entendió a la perfección, gateó por la cama y empezó a chuparle la polla a Guillermo, María estaba atónita, ella con sus agujeros  llenos sin poderse correr y la otra chupando la polla a su Guillermo, como este la conocía bien le metió los dedos en la boca para que estuviese calladita, mientras disfrutaba de la mamada que le daba Ana, cundo estaba a punto de correrse la separó, y como pudo reemplazó sus dedos en la boca de María por su polla y se corrió con la satisfacción de ver como ella, glotona como siempre, se lo tragaba todo.
            Guillermo le dijo que cuando sacasen los bártulos de sus orificios se podría correr, Ana y él tiraron del flogger y la fusta enérgicamente, y el orgasmo de María fue tan escandaloso, que Guillermo estuvo un rato pendiente de que no apareciese algún vecino. Ana se fue a duchar, mientras Guillermo contemplaba a Ana aún atada y exhausta, le encantaba tenerla así.
            Cuando Ana salió ya vestida de la ducha, Guillermo le ofreció un café o algo, pero ella lo declinó, les dio las gracias por la fantástica noche que había pasado y besó a Ana apasionadamente, preguntándole a Guillermo sino iba a desatarla, a lo que María puso cara de consecuencias y Guillermo se encogió de hombros.
            Cuando volvió de acompañar a Ana a la puerta se acercó a María, la desató y la cogió entre sus brazos – “Gracias por esta increíble noche, no dejas de sorprenderme” – le dijo, a lo que María, a punto de dormirse en sus brazos, solo sonrió. – “Por cierto” – le dijo Guillermo, Ana nos ha dejado su teléfono por si queremos repetir – ahí María se espabiló bien- “Te ha comido la polla, esa zorra con pirola no vuelve a acercarse a ti” – Guillermo no pudo menos que echar una carcajada y abrazar aún más a María.
            ¡Maldita sea! ¿A ver si se estaba enamorando de María?


martes, 31 de julio de 2018

A CIEGAS


A CIEGAS


María era una mujer madura muy atractiva, con unos penetrantes ojos negros y una figura llena de curvas perfectamente proporcionadas.
Todas las mañanas, sobre las 11 bajaba a tomarse un café al bar de al lado de su trabajo. Iba sola, porque era la única en su oficina que no fumaba, así que se cogía la media hora de descanso que tenía entera, en lugar de repartirla para fumar.
Ese era un día caluroso de junio y María llevaba un vestido verde que le favorecía especialmente. Cuando fue a la barra a pagar su café el camarero le dijo que estaba pagado y además le habían dejado un sobre con una nota.
En el sobre había un nombre, Guillermo, y un teléfono.
María le preguntó al camarero si conocía al hombre que había dejado el sobre, este solo alcanzó a decirle que había ido durante toda esa semana, estábamos a viernes, y no pudo resaltarle nada de su físico, unos 50, alto y normal.- Bueno - pensó María- al menos no le llamó la atención por feo.
María estuvo todo lo que le quedó de mañana pensando en ese número de teléfono. Desde que se había divorciado no había tenido más que relaciones aburridas. Cuando llegó a casa y mientras saboreaba una cerveza bien fría, llamó a Guillermo.
La voz que le respondió por teléfono le cautivó, profunda, segura. Ella le dijo que era María, la mujer del bar y de ahí la conversación fluyó con tal naturalidad que parecía que se conocían de siempre. Hablaron durante toda la semana, de cosas con las que ella nunca se había sentido cómoda hablando con nadie, de sus fantasías más ocultas.
Cuando llegó el siguiente viernes Guillermo le hizo una propuesta, tener una cita a ciegas, literalmente. Él jugaba con ventaja, ya la había visto, y, obviamente le gustaba. Pero ella no tenía ni idea de como era él.  Además la situación le parecía arriesgada, siempre podía ser un psicópata. Así que él le dio todo tipo de datos sobre él para que se sintiese segura.
El sábado llegó la hora, María se puso un vestido negro corto que le quedaba de muerte, con unas medias de verano que realzaban aún más sus piernas y unos tacones llenos de pinchos  increíblemente sexis. No llevaba braga para que no se le marcase debajo del vestido, pero llevaba un sujetador que le hacían aún más voluptuosos sus pechos.






Las instrucciones eran claras, debía coger un taxi hasta casa de Guillermo, cuando estuviese en él, debía llamarle para que ella se sintiese más cómoda, y cuando llegase a la puerta de su piso tenía que ponerse el antifaz que había en la puerta.
Cuando María se subió al taxi llamó a Guillermo, su cálida voz ya hizo que su coño se humedeciese, entonces él empezó a hacerle preguntas comprometedoras: ¿Cómo era su ropa interior? ¿Si estaba excitada? ¿Cómo iba vestida? Y claro, ella iba contestando, al principio con pudor, pero según pasaba el tiempo, se sentía más desinhibida, y el hecho de que el taxista la escuchase, hacía que cada vez se sintiese más excitada.
Cuando llegó al portal, notó como le temblaban ligeramente las piernas. ¿Estaba loca? ¡Se iba a meter en casa de un desconocido con los ojos vendados!
Pero cuando llegó al piso, todos sus miedos se desvanecieron, se puso el antifaz y timbró. Su corazón iba a salírsele del pecho.
Guillermo abrió la puerta, le tomó la mano, grande y fuerte, luego se enteró que era pelotari. La guió por lo que supuso era el pasillo hasta el dormitorio y allí la besó con pasión y dureza, le dijo que se estuviese quieta y empezó a desnudarla, cuando vio que no llevaba bragas exclamó ¡Guau! Y ella casi pudo estar segura de  que sonrió. Empezó a acariciar y besar sus pechos y de repente le mordió un pezón y después  el otro, la dirigió hasta la cama y empezó a besarla, acariciarla con dureza a veces y con ternura otras, ella se moría de excitación, y de ganas por verle. Notaba que él seguía vestido mientras jugaba con ella.
                Bruscamente, la puso boca abajo en la cama, María intuía que era un hombre fuerte. Ya que la manejaba como si fuese una muñeca. Se acercó a su oreja, y después de darle un mordisquito que sintió directamente en su coño que era ya más líquido que sólido, le susurró: -“Si algo no te gusta solo tienes que pedirme que pare”- Sinceramente. Llegado ese momento María dudaba mucho que fuese capaz de procesar cerebralmente la capacidad de hablar, su sexo había tomado el control, y hasta lo que ella sabía, los labios vaginales, a pesar de llamarse labios, no hablaban.
                Cuando estaba aún perdida en sus divagaciones, Guillermo empezó a azotarla, con la fuerza suficiente para que su culo escociese y probablemente tomase un color rojo intenso, pero con la calidez justa para que no se asustase o temiese. Cada golpe que recibía hacía que su excitación se multiplicase, se moría porque la follase fuerte y duro (¡Un momento! Su cerebro la avisó, ¿Tú estás deseando que te follen fuerte y duro?, pero claro, fue su coño el que volvió a tomar el control y le hizo callar).
                De repente, los azotes pararon, y Guillermo la colocó a cuatro patas, como si fuese una perra, una perra jadeante, sudada y en celo. Le dijo con una voz autoritaria: - No te muevas.­- Y ella pudo intuir que él se estaba desnudando. De repente puso una especie de bolsita en su boca y le explicó que era un condón, que no se preocupase, él siempre tomaba precauciones. María sintió alivio porque estaba tan excitada en ese momento que agradecía que al menos él tuviese la cabeza trabajando.
                La cogió por sus generosas y perfectas caderas y empezó a embestirla de tal forma que pensó que iban a romper la cama,  en cada embestida ella estaba más y más excitada, hasta que estalló en un alarido de placer húmedo, que empapó la cama, acababa de tener un squirt, pensaba que eso solo se podía tener de joven, ya que hacía años que no tenía uno. Guillermo alcanzó su clímax también, la recostó sobre la cama y ahí ella notó lo mojada que la había dejado, pero no se movió ni un milímetro de donde la había dejado.
                María intuyó que Guillermo se estaba quitando el condón, notó como la cama cedía a su lado, las manos enormes de Guillermo se acercaron a su cara, la besó dulcemente y le quitó el antifaz.
                Cuando los ojos de María se acostumbraron a la luz vieron la sonrisa más perfecta que se podían imaginar. (¡Gracias Dios mío, es guapísimo!). Él se volvió a acercar a su oreja, y después de volver a darle un mordisquito, que por supuesto fue directo a su coño de nuevo, le dijo: - La próxima vez te correrás cuando yo te dé permiso - La volvió a besar y a sonreírle y ella no pudo pensar en otra cosa que no fuese en esa próxima vez.

viernes, 20 de julio de 2018

MI EXPERIENCIA CON UNA POLLA VEGANA


MI EXPERIENCIA CON UNA POLLA VEGANA
                Pé era de un grupo vegetariano-vegano y el sábado iban a hacer una quedada en un restaurante macrobiótico, cuyo dueño era miembro del grupo y amigo de Pé, ya que estaba muy cerca de su casa y ella solía frecuentarlo.
                Iba a ser un menú crudivegano, pero lo que realmente le apetecía a Pé es que al final iba a conocer en persona a algunos miembros del grupo con los que hablaba bastante, sobretodo a Alberto, Alberto era un profesor de música de Orense, vegano, amante de los animales, de Star Wars y de los comics, cincuenta y tantos muy bien llevados, moreno y esperaba que al menos algo más alto que ella.
                Cuando llegó al bar Alberto ya estaba allí, se reconocieron sin problema, ¡Bendita internet! Se saludaron sonrientes y en seguida empezaron una fluida conversación, llevaban mucho tiempo hablando por Skype y tenían mucho en común.   
          La comida tenía un problema, acudió más gente de la que se pensaba en un  principio, así que no era muy abundante, a eso había que añadirle que tampoco en sí misma era muy calórica, así que el vino de cosecha ecológica con la que la acompañaron, hizo estragos en la compostura de los presentes, es decir, todo el mundo se emborrachó, y claro, la lívido recién recuperada de Pé, ayudada de lo mal que le sentaba el vino, se puso a funcionar. Primero rozó su pierna con la de Alberto, después le metió sus abundantes tetas en la cara cuando se agachó sobre donde estaba sentado para coger una brocheta de sandía y melón, y vació el palito entero mirando para él con cara, ella esperaba que de viciosa, aunque con el pedo que llevaba podía ser de loca. Dio gracias por no atragantarse y salir airosa de la situación y que a Alberto le hubiese llegado la señal alta y clara, ya que la cogió de la mano y le preguntó si quería ir a despejarse un poco. Por supuesto que quería, suponiendo que los dos entendiesen por “despejarse” lo mismo, y sí, no cabía duda que usaban el mismo diccionario. El bar estaba cerca del parque Europa, y como no hacía muy bueno, y eran solo las 15.30, el parque estaba todo vacío, además Pé lo conocía muy bien, es a donde llevaba a su hijo de pequeño, la de horas que había pasado allí, con lo cual llevó directamente a Alberto a un recoveco de los arbustos, en la parte menos concurrida del parque, donde era difícil que los viesen. Allí empezaron a besarse apasionadamente, y él con torpeza, probablemente por el alcohol, empezó a sobarla por debajo de la camiseta de Bon Jovi que ella llevaba y por debajo de la falda vaquera. El más básico de los instintos se apoderó de Pé, sin ni siquiera importarle ser descubierta a unos cuantos metros de su casa,  Se desanudó la chaqueta que llevaba a la cintura, la tiró al suelo, se arrodillo y, ante la mirada atónita de Alberto, le hizo la mamada de su vida, o al menos eso le dijo él. Mientras él le decía lo bien que se lo había pasado y que podían verse más veces, él venir a Coruña o ella ir a Orense, la mente de Pé estaba pensando en una conversación que había tenido con una chica del grupo, que le había asegurado que el semen de los veganos sabe distinto, sí, tenía razón, la polla de Alberto sabía exactamente igual que sus vitaminas, se preguntaba si hoy hubiese sido como si se hubiese tomado una sobredosis de pastillas, y se empezó a reír sin que el pobre Alberto supiese de qué. Él se tenía que ir, le salía el tren, el domingo participaba en un concierto benéfico a favor de una protectora de animales de su ciudad, por eso no se quedaba a dormir en Coruña. Pé le acompañó a la estación, que tampoco estaba muy lejos de su casa. Se despidieron con un beso y la promesa de volverse a ver.

                Pé se fue a su casa, la cual le pareció que estaba más lejos de lo normal, puto vino ecológico, y agradeció que su hijo no iba a estar en ella, estaba segura de que llevaba pinta de guarra, y no por falta de higiene precisamente.

                Se tumbó en la cama con su perrita a su lado, y se puso a pensar en lo que estaba pasando en su vida. Bueno no a pensar, a sorprenderse, era como si su coño fuese en busca de recuperar todos sus orgasmos perdidos, y esa facilidad para que sus objetivos caían en sus redes. A ver, no era un bicho, pero joder, tenía ya 48 años, algún kilo de más, y se había abandonado un poco, debía exudar feromonas que la hacían irresistible, sino no había explicación.

                Lo que más la sorprendía era que no se sentía culpable por andar de folleteo, a Alberto a lo mejor le volvía a ver pero le dejaría bien claro, que no quería una relación, si podían se veían sino no, era demasiado pronto para atarse a alguien otra vez, quería vivir en libertad, sin ataduras ni comeduras de cabeza.

                Le sonó el whatsapp, era Alberto, agradeciéndole otra vez la increíble velada (¡velada! Pensó Pé, más bien mamada) y volvió a partirse de risa sola., él le decía que esperaba que se volviesen a ver pronto. Ella no se esmeró mucho en contestar, le envió un emoticono de un beso y dio por zanjada la conversación. El vino ecológico le estaba dando sueño.

miércoles, 18 de julio de 2018

DÍA DE LLEVAR A LA PERRA AL TRABAJO


DÍA DE LLEVAR A LA PERRA AL TRABAJO

(Nota: esta historia es real, las experiencias las he vivido y la de la foto soy yo, pero como dicen en las pelis, he hecho cambios para proteger identidades, ni estoy casada,ni hay ningún Juan en mi vida)
  Hoy Juan, mi marido, tenía que hacer unos repartos para su trabajo, así que decidió llevarme con él, así él estaba entretenido y yo disfrutaba como la buena perrita que soy cuando no están nuestros hijos delante.



  Me vino a buscar sobre las diez en el camión, lo cual provocó la primera dificultad, subirme en el camión con un vestidito de verano, sin bragas y con el huevo vibrador, delante de nuestra casa a la vista de todos los vecinos.
  En principio hasta la primera parada solo charlamos y jugó con el huevo, pero de repente paró en una cuneta abrió mi puerta y empezó a besarme y tocarme, hasta ahí todo bien, pero claro, no iba a ser tan simple, sacó unas pinzas de madera a las que le había pegado unas chinchetas lo que las hacía mucho más placentero-dolorosas y  puso dos en mi coño y una en cada teta, me estimuló dejándome al límite sin dejarme correr y luego me encadenó con unos grilletes que el mismo había fabricado, los pies y las manos, así que iba de copiloto en un camión, encadenada, con chinchetopinzas y un huevo vibrador en el coño, cuando llegamos a la siguiente parada mis pezones estaban a punto de estallar, y cuando Juan paró en una acera y me dejó allí encadenada casi me da un infarto de los nervios, sobretodo cuando pasó un coche de la Guardia Civil  al lado del camión, me imagino la situación si hubiesen parado a pedirle los papeles. Antes de irnos de allí me quito los grilletes y las pinzas e hicimos nuestra primera parada de descanso.
  Entramos en la parte de atrás del camión y empezó a azotarme, en un momento dado noté que me azotaba con algo distinto, pero la verdad no me pareció especialmente doloroso hasta que me lo enseñó, era una pala llena de puntiagudas puntas, después me folló el coño y la boca mientras me golpeaba el coño, su coño, para que fuese más diligente con mis habilidades orales, me provocó unos cuantos orgasmos y tuvimos que retomar el trabajo. Cuando finalizó y antes de dejarme en casa volvimos a hacer una parada, volvió a pinzar mis pechos y a golpearlos con su pala nueva, me tumbó sobre la plataforma y empezó a golpear mi culo con la pala y la vara dejando un bonito punteado en él, que me encanta sentir cada vez que lo apoyo, como por ejemplo ahora, y volvió a provocarme unos cuantos torrenciales orgasmos con su polla, su boca y sus manos lo cual me trasporta todo  a otro mundo, son momentos donde todos mis problemas se disipan hasta desaparecer, solo existen mis ganas de satisfacerle, y mis ganas de aguantar cualquier dolor que me infrinja sólo por verle satisfecho, he llegado a un nivel en el cual mis orgasmos son secundarios, obviamente me encanta disfrutarlos, pero podría prescindir de ellos si Juan me lo pidiese, y si los disfruto y mucho, también es en parte por lo mucho que se divierte él provocándomelos. Fue una mañana estupenda y distinta, un día de trabajo memorable.

@guerreradark

publicado en @SexoMandamiento

¿POR QUÉ EL BDSM?

¿POR QUÉ EL BDSM?


    Llevo unos días leyendo artículos sobre los motivos que a alguien le pueden llevar a tener una relación bedesemera y/o sadomasoquista en su vida, y, aunque no dudo de las fuentes: Universidades, psicólogos, expertos en BDSM, he de reconocer que lo de experto en BDSM me llama bastante la atención, porque a no ser que seas un profesional de los antes citados, generalmente pululan por radios, revistas y foros presuntos "expertos" que lo que han tenido es media docena de experiencias.
    Recuerdo un caso en concreto de un pod cast muy recomendado y admirado en el mundo twittero como un referente bedesemero, donde ficharon a una "twitstar" para hablar del tema, una mujer que yo sabía como había entrado en el mundo BDSM, hacía escasos meses, y que la pobre, había sido engañada, o eso espero, porque si encima lo sabía nos habría engañado ella también, por una pareja de Amo-sumisa mega perfecta, que nos vendían y todos nos creíamos, yo la primera, lo reconozco, que eran pareja D/s las 24/7, y resultaron ser una prostituta y su mejor y adinerado cliente. Pues su experiencia bedesemera venía prácticamente toda de ahí, pero la tía, que desparpajo  no le falta, hablaba en la radio como si fuese la venerada Dómina Zara con años de experiencia.
     Así que perdonad que os diga que yo cuando oigo eso de experto en BDSM, pues en fin, que es igual que si me dices que eres experto en marcianos.
     Así que leyendo el porqué la gente entra en el BDSM, a veces me cuesta sentirme identificada.
      ¡Ah! Lo primero de todo, YO NO SOY EXPERTA.
     Lo segundo, voy a hablar desde el punto de vista de una sumisa, es decir, femenino, ¿Por qué? Porque soy mujer y sumisa, esta era fácil.
      Pues bien, he leído muchos motivos de porqué vivir el BDSM. Me llamó la atención un estudio de una universidad americana, no recuerdo el nombre, pero fue un artículo muy interesante que leí en @SexoMandamiento, pues dicho artículo citaba que la gente que había sufrido malos tratos de pequeña, era más propensa a gustarle el BDSM, ahí aluciné, porque a mi me pareció claramente que si eso es verdad hay un problema de fondo muy grande.
    También he leído que es porque tus padres han sido permisivos, es decir, todo lo contrario.
     También he visto como mujeres con complejos y baja autoestima, ven en el BDSM un mundo donde quizás se es más abierto al físico, pero eso es un peligro, nadie se debe tomar al pie de la letra que un Amo te tiene que moldear como el quiera, el BDSM también es una relación, ambos os debéis gustar tal como sois, aunque evidentemente es una relación con roles establecidos y aceptados, uno manda y otro obedece, pero obviamente dentro de un entorno donde el Amo y el sumiso disfruten, un verdadero Amo saca lo mejor que hay en ti, pero en el mundo vainilla, una pareja que te quiere también lo hace. 
   Hay muchos llamados Amos que se aprovechan de estas inseguridades para tener a una mujer que haga todo lo que ellos quieran sin rechistar y siempre haciéndoles sentir que si fallan es porque lo hacen mal y no son merecedoras de la atención de sus "Amos" y teniéndolas atrapadas con la amenaza de "darles la libertad" (término que daría para otra entrada entera) y haciéndoles sentir que no valen la pena. ¡OJO! Eso no es BDSM, eso son aprovechados que hacen mucho daño.
      Luego tenemos los tíos que quieren poner los cuernos a sus mujeres y se piensan que con una sumisa será más fácil tener la situación controlada. ¡Pobre ilusos! Porque si eres sumisa de verdad, es probable que seas mucho más fuerte y equilibrada que la media. 
    Ya veis que estoy hablando todo desde el punto de vista femenino, porque si lee esto algún Amo también dirá, que hay sumisas que desde su rol se aprovechan del Dominante, y que no saben lo que quieren y luego encima le echan la culpa a él, por supuesto que las hay y también hacen mucho daño a este mundo. 
     Mujeres aburridas que ven una peli, 50 sombras por ejemplo, y se les hace la cabeza un lío, y van de amo en amo buscando a su Grey, pero lo malo no es eso, es que en lugar de reconocer que no saben lo que realmente buscan, de cada Amo con el que no funciona el asunto dejan un reguero de críticas absurdas pero que pueden hacer que se cree una falsa mala reputación. Así que, "malos" hay en ambos lados, eso no debemos nunca olvidarlo.
     Y después de todo esto, todas esas lecturas me hicieron pensar en que me da a mi el BDSM. Ya os conté como entré en este mundo, pero realmente eso se podría haber quedado en una experiencia universitaria más, como los porros, el primer beso con una tía o cualquiera de esas cosas que se hacen en ciertas épocas de desenfreno.
     Pero no, a mi el BDSM me da paz, por circunstancias de la vida, siempre he tenido que estar al mando, que llevar el control, tomar las decisiones más difíciles. Hasta en mi trabajo estoy al ordeno y mando. Otra cosa que me hace tener confianza en los hombres, es quizás la excelente relación que tenía con mi padre, que era autoritario pero justo. 
Todas las sumisas decimos que vivimos para dar placer y hacer feliz a nuestro Amo, pero en realidad es que hacer eso es lo que nos da placer y nos hace felices a nosotras, yo descubrí que era más masoquista de lo que pensaba, pero lo que realmente me libera de todo es la disciplina, el no tener que decidir.
     He de hacer una confesión, en un principio, cuando empecé mi camino hacia el BDSM de nuevo, no pensé que llegado el momento me fuese a atrever, me apetecía mucho, y era el momento, pero la verdad es que no sabía muy bien como lo iba a enfocar, y, si llegado el momento estaría preparada, a parte, tengo ya una edad, es difícil inculcar hábitos después de los 40, y sobretodo cuando los últimos casi 20 años había llevado una vida en donde todo el control y las decisiones recaían sobre mi. Y con un par de relaciones estables que no estaban en el BDSM y que, la última aunque lo intentaba el pobre, no eran dominantes en absoluto,
     Tuve algunos encuentros con Dominantes, un par de ellos, tampoco os creáis que soy tan promiscua, y la verdad es que se me metió en el cuerpo y fue cuando decidí que sí que quería mantener una relación D/s, quería entregarme. Pero yo soy muy concienzuda y responsable, a pesar de que mi naturaleza despistada indique otra cosa y si tengo algo claro es que no te puedes entregar a nadie con quien no estés segura 100%, a diferencia de en una relación vainilla, en una relación BDSM, estás en muchas ocasiones en una posición de indefensión, para eso tienes que tener completa confianza en la otra persona, porque yo no tengo ningún problema en darle una hostia o una patada en los huevos a un tío para defenderme, pero claro, atada es bastante difícil. 
       Pero una vez encontrada la persona correcta, esos momentos en los que te dejas llevar, no eres nada más que un juguete en sus manos, solo tienes que pensar en complacerle y olvidarte de todo lo demás, ¿lo hago por Él? Sí, por supuesto, pero por mi también. La disciplina, el control, el castigo, la recompensa, eso es lo que a mi me vuelve loca del BDSM. De hecho puedo llegar a disfrutar tanto un orgasmo, como esa situación de prohibición de correrte en el que estás al límite, a veces días. Puedo llegar a excitarme haciendo copias como una niña pequeña y encima con la mano izquierda, porque en ese momento no tengo otra preocupación más que cumplir sus deseos, todos mis problemas de alrededor se evaden.
     
         Eso es por lo que me gusta a mi el BDSM y lo que me trajo a él de nuevo, la paz interior que me proporciona el sentirme a merced de alguien. 

viernes, 13 de julio de 2018

5 DE MAYO: NOSOTROS





 

5 DE MAYO: NOSOTROS

(Sí, puedes conocerle a ÉL en twitter)


            (Quiero hacer una pequeña anotación a esta historia, es real, y sí, conocí a mi pareja en twitter, es verdad que teníamos unas amigas en común, pero empezamos a hablar por twitter. Así que niños y niñas no perdáis la esperanza).

        Y el día 5 llegó, decir que estaba nerviosa sería mentir, porque estaba segura que todo iba a salir bien, que todo fluiría, era imposible lo contrario después de todo lo que habíamos compartido aunque fuese en la distancia, estábamos predestinados.
Estaba esperándole impaciente en la habitación del hotel, con un sugerente conjunto de lencería y unos zapatos de tacón infinito y fino, le dije que me avisase cuando hubiese llegado. La verdad es que no sabía como esperarle, si irle a recibir a la puerta o esperarle tumbada de forma sexy. Pero me hizo trampa y cuando estaba en el baño lavándome los dientes, creo que por enésima vez, oí como entraba en la habitación y me llamaba, en ese momento me alegré que no me hubiese avisado, no tuve que pensar en como recibirle o reaccionar porque, como yo había vaticinado, todo fluyó, me lancé a sus brazos y empezarnos a besarnos y a abrazarnos como si nos conociéramos de siempre, nadie hubiese dicho que esa era la primera vez que nos veíamos en persona.
Cuando me empujó sobre la cama, abrió mis piernas y empezó a comerme el coño al tiempo que jugaba con el plug y la bala que llevaba puestos a su petición y a provocarme un orgasmo torrencial, entendí porque había pedido extra de toallas y pensé: "Qué listo el sevillano"
Me desnudó y empezó a tocarme, a descubrirme con la mezcla justa de ternura y deseo, se desnudó y seguimos explorándonos y descubriéndonos los dos, eso solo fue un preludio de las 48 horas maravillosas que íbamos a pasar juntos, donde los dos nos dimos cuenta de que éramos nosotros.
Al día siguiente después de que por la noche hiciésemos el amor y por la mañana decidiésemos que habría que tomar el aire y recuperar fuerzas, llegamos al hotel con ganas de “siesta”.
Me tumbó en la cama boca abajo y empezó a jugar con unas velas que habíamos comprado. Empezó a usar mi cuerpo como lienzo de sus perversiones, nuestras perversiones, y nuestros vicios.
El calor invadía mi piel y llegaba directamente a mi entrepierna y, por lo que podía observar a la suya.



Siguió jugando con mi cuerpo, que ya era el suyo, y cuando me dio la vuelta y empezó a follarme salvajemente, sacó de mi un verdadero tsunami, no quiero ni pensar lo que pensarían las limpiadoras al ver esa cama al día siguiente. A él le encantaba sacarme orgasmo tras orgasmo, y a mí me encantaba tener su poya en la boca y saborear toda la leche que había reservado solo para mí, siempre he sido pervertidamente golosa.

Llegó un momento en que teníamos que recuperar fluidos y fuerzas, así que decidimos salir a cenar, y él tuvo la feliz idea de que llevase el cilicio puesto, sabía que así estaría totalmente excitada toda la noche, cada vez que lo notase clavándose en mi piel.



Y así fue, cuando llegamos al hotel, después de cenar, no pude esperar ni un momento a que me volviese a follar como una perra, quería sentirle dentro, porque sabía que esa era la última noche que nos quedaba de ese finde, aunque ha habido muchas más noches, no quería desperdiciar nada


Sí, el sexo y los juegos bedesemeros fueron fantásticos, pero lo realmente maravilloso fue el poder compartir el tiempo con él, charlar, el poder pasear de su mano, el no tener que escondernos, el que fuese tan ensimismada con él que mis conocidos no se atreviesen a interrumpirnos cuando nos los cruzábamos, en serio, me mandaban whats up comentándome la cara de boba enamorada que llevaba.
No pegamos ojo apenas durante el fin de semana, teníamos tanto que decirnos, tanto que querernos, tanto que saborearnos, tanto que follarnos, que no podíamos perder el tiempo durmiendo.


Es increíble sentir a alguien tan cerca. Incluso cuando nos separan los 1000 km que hay entre Sevilla y Coruña

publicado en @SexoMandamiento

MI PRIMERA EXPERIENCIA BDSM

MI PRIMERA EXPERIENCIA BDSM


            Estos días que estoy viviendo una plena y realmente satisfactoria experiencia BDSM con mi pareja, se me ha venido a la memoria mi primera experiencia en este mundo. Y he querido que la primera entrada del blog sea una vivencia real mía.
            Ahora llevo un diario de todas mis experiencias, pero por esa época no llevaba diario, así que he decidido intentar revivirla. Porque al fin y al cabo gracias a esa experiencia a los 18 años, estoy aquí ahora..
Con 18 años llevaba dos años con un novio 6 años mayor que yo, Víctor vamos a llamarle, un hombre al que quería mucho pero que estaba empeñado en formalizar nuestra relación, así que decidí que tenía que buscarme una carrera universitaria que no hubiese en Coruña, para que a Víctor se le pasasen un poco las ganas de boda. Esto me llevó a estudiar Ciencias Físicas en Santiago de Compostela. Los estudios no me fueron nada bien, la carrera era un coñazo. Pero los dos años que pasé allí me descubrieron un mundo que me enganchó por completo. El día que conocí a, llamémosle Juan, en una cena de bienvenida de la residencia mixta de estudiantes en la que me alojaba, decidí que lo quería, a los postres ya tenía su lengua metida hasta la garganta, la verdad por esa época sólo tenía que fijarme un objetivo, mi cuerpo y mis ojos se encargaban de atraerlo. Cuando esa misma noche estábamos besándonos apasionadamente en un callejón oscuro de la zona vieja de Santiago de Compostela, el llevó mis manos a mi espalda, y me las sujetó con su enorme mano mientras me  devoraba con su boca, yo me corrí allí mismo, sin necesidad de que nadie tocase mi húmedo coño,  eyaculé más de lo que solía, y me puse toda colorada porque hasta mi llegó el olor de mi sexo. Cuando levanté los ojos avergonzada y me encontré con los de Juan, vi en él la cara del triunfo. Esa noche, de la mano de Juan, descubrí el BDSM al que en realidad nunca llamamos así, era el año 1986 y el término no se acuñó hasta 1990. Esa noche Juan se convirtió en mi Amo, aunque nunca le llamé así. Con el tiempo el me empezó a llamar Loba, me encantaban los documentales de lobos, ese fue mi primer nombre de sumisa, aunque nunca lo pensamos así realmente. Dejamos la residencia de estudiantes, bueno no exactamente, simplemente apenas la pisábamos, y nos mudamos a un piso. Mis padres ni se enteraron, mi padre estaba enfermo, y mi madre era una mujer egoísta y nada cariñosa. Yo adoraba a mi padre, me dolía mucho mentirle, pero sabía que nunca aceptaría que viviese con un hombre con sólo 18 años. Todo fue muy rápido, tardé unos meses en decírselo a Víctor, la verdad es que lo quería mucho y sabía que le iba a romper el corazón, Luis era un hombre dominante pero muy comprensivo, así que no me presionó, pero tenía que contarle con pelos y señales todos los encuentros sexuales que tenía con Víctor, nosotros siempre habíamos tenido una vida sexual muy activa, así que los fines de semana que iba a Coruña, siempre había sexo entre nosotros. Después de contárselo, Luis me ataba en la cama y me golpeaba contundentemente con una especie de látigo con muchas tiras de cuero, al que tampoco le teníamos nombre, y después me follaba de todas las formas habidas y por haber, proporcionándome orgasmos que ni sabía que podía tener, que nunca había sentido así antes y que cuando por circunstancias que no vienen al caso detallar aquí, la relación con Juan se acabó, nunca volví a tener hasta este momento.
Cuando estábamos juntos, yo siempre acataba sus órdenes, me vestía como Él quería, Él pedía por mí en los bares y restaurantes incluso delante de nuestros amigos, era la época en el que en la tele echaban las pelis de Enmanuelle y la Historia de O. Y como yo era muy kinky de siempre, mis amigos pensaban que era un juego provocador.
Nuestra relación la vivimos con la intensidad que se viven las cosas a esa edad. Me acuerdo que me daba más “miedo” decirle a Él las notas que a mi padre, o llegar borracha a casa si había salido sin Él. Pero entendedme, un miedo excitante que me encantaba.
Juan tenía 4 años más que yo, por motivos de trabajo su padre había tenido que ir a Francia cuando tenía 16 años, allí, sin conocer a nadie ni el idioma, su padre había pagado a un hijo de un compañero de trabajo 5 años o así mayor que él para que le tutorizase, y lo hizo, pero no en las materias escolares. Le descubrió un mundo nuevo y lujurioso que un crío de 16 años no pensaba ni que pudiese existir. Así entró Juan en el BDSM.
Su Tutor francés vino una vez a visitarnos, Juan me dijo que iba a dejar que me usase, obviamente yo con ya 19 frívolos años solamente recé para que fuese guapo.
No era muy guapo la verdad, pero no era muy feo tampoco. Ese fue mi primer trío, con él si que me dieron una verdadera sesión, todo un fin de semana, sometida a los dos, rompiéndome y rehaciéndome una y otra vez, me debatí entre un sin fin de sensaciones, he de reconocer que algunas de vergüenza y culpabilidad, porque en el fondo tenía mis dudas de que fuese normal que me gustase que me usasen así.
Vivíamos nuestra historia en aislamiento, las feministas criticaban con fervor que en las televisiones se emitiese una película que vejaba a la mujer como Historia de O. A mis compañeros de Uni les horrorizaban y les escandalizaban, luego, eso sí se partían el culo con alguna españolada del destape. Así que éramos unos bichos raros, y yo ya siempre lo fui, y Él también claro. Pero hasta ahora no había vivido mi sexualidad y mi verdadera personalidad tan libremente como en esa época.
            Los años pasaron, Juan siempre fue un recuerdo imborrable y maravilloso en mi memoria, su Loba siempre estaba latente en mi interior pero con el tiempo se fue haciendo más pequeña. Hasta ser un minúsculo recuerdo en mi interior.
            Cuando con 30 años decidí ser madre soltera, he de reconocer que me olvidé totalmente de mis necesidades y me centré en mi retoño. Tuve una relación vainilla no, merengue con sobredosis de azúcar, un tipo estupendo y buenísimo, pero me di cuenta a tiempo de que realmente no estaba buscando un novio, sino un padre, así que decidí pasar de relaciones. Tenía algún ligue cuando necesitaba satisfacer mis calenturas y entre ellos estuvo un inglés que conocí en Tenerife, que era algo kinky, pero no bedesemero propiamente dicho.
Cuando mi hijo alcanzó cierta edad empecé una relación que prometía mucho. Si el BDSM buah, me gusta experimentar, bla, bla, bla... Fueron mis años oscuros, con mi hijo creciendo, eso es traumático para una mamá gallina como yo, una avitaminosis que mi médico no diagnosticaba, y una relación con un triste que usaba el chantaje emocional cada vez que me quería librar de él.
            Y entre esos negros pensamientos, me vino a la memoria la loba desnuda y apoyada en las piernas de su dueño completamente vestido, mientras veían una película, que el Tutor de Juan, nos había recomendado ver “Historia de O”. Me vino a la memoria, como a los pocos días, Juan llegó a casa con una cadena de eslabones gruesos de plata y una silueta de una cabeza de lobo colgada, y por detrás gravado el nombre de Él, me la puso y me dijo que nunca me la quitase.
            Esos recuerdos vinieron a mi cabeza y volví a humedecer mis bragas sin necesidad de ni siquiera tocarme. Fui corriendo a buscar el colgante, que hacía años que no buscaba ni veía y grandes lagrimones resbalaron por mi cara cuando no conseguí encontrarlo. Era infeliz y me sentía culpable por serlo, porque tenía un hijo maravilloso, envidia de todas mis amigas, era perfecto, mi mayor orgullo, y un trabajo bastante cómodo, que no me daba mucho dinero pero sí muchas satisfacciones, y a los ojos de fuera un novio que me idolatraba. Pero era infeliz, muy infeliz.
            Pero nunca me había rendido, así que decidí que ya era hora de tomar las riendas de mi vida.
            Así que lo primero que hice fue deshacerme del triste y lo segundo ir al herbolario. De allí salí con un complejo vitamínico, al que en un futuro hasta me plantearía hacerle un monumento.
            Y decidí que era hora de retomar mi vida y mi historia como a mi me gustaba. Este era mi momento. Y así volví al mundo BDSM, tan incomprendido por algunos.

publicado en @SexoMandamiento