miércoles, 8 de agosto de 2018

SORPRESA (Continuación de "A ciegas")


SORPRESA (Continuación de "A ciegas")

            Guillermo estaba en la barra saboreando su cerveza de importación mientras miraba a la pista de baile, la muy zorra lo estaba consiguiendo.
            María había elegido un ajustado traje rojo que resaltaba sus curvas y su precioso pelo negro y se estaba contoneando en la pista como una verdadera zorra, restregando su cuerpo libidinosamente sobre otro cuerpo, prácticamente perfecto, pero no como el de su María, porque sí, María estaba ligando con otra mujer, y por suerte a pesar de no tener experiencia lésbica, había acertado al elegir su presa. Guillermo había tenido una semana de locos y estaba agotado, así que le dijo a María que saldrían por ahí  pero sin juegos ni sexo, realmente María cada vez le gustaba más, la palabra enamorarse le parecía exagerada, pero no lo descartaba. Pensó que a ella le haría ilusión salir como una pareja  normal e incluso encontrarse a amigos en común y comportarse como una pareja tradicional, pero María no dejaba de sorprenderle, llegaron a una discoteca acompañados de unos amigos de María que se fueron en seguida porque tenían críos pequeños que les hacían de despertador, pero  a Guillermo no le había apetecido irse a casa, se le estaba pasando el agotamiento rápidamente y sobretodo se le estaba pasando esa estupidez de “hoy sin juegos ni sexo” pero no quería decepcionar a María y que ella pensase que solo la quería para el sexo (¡Oye! A lo mejor sí se estaba enamorando de su amante.)
            Pero visto lo visto, María no iba a decepcionarse si acababan la noche en plan sexo salvaje. En los dos meses que llevaban de… ¿Encuentros? ¿Relación? desde su primera cita “A ciegas” para ella, habían hablado de sus fantasías y ella tenía dos muy claras: un trío con otra mujer y, esto le sorprendió mucho, montárselo con un tío o tía  con polla y tetas, es decir, un travelo de toda la vida. Al parecer estaba dispuesta a llevar a cabo la del trío.
            María dejó de bailar y se acercó a  Guillermo y le preguntó muy sensualmente al oído si seguía deseando una noche de pareja tradicional, Guillermo no se esforzó mucho en su respuesta, le sonrió y le señaló con el dedo a su entrepierna, estaba poniéndose tan cachondo viéndola bailar así que empezaba a notársele alarmantemente. María le sonrió pícaramente y le dijo que le tenía una sorpresa. Agarró de la mano a la mujer con la que estaba bailando y se la presentó a Guillermo, Ana se llamaba.
            Cuando Guillermo la vio de cerca enseguida se dio cuenta que sus voluminosos pechos eran operados, Ana era atractiva, unas facciones muy marcadas, con unos ojos azules intensos y unas curvas exageradas pero atrayentes, para una noche de desenfreno no estaba mal, y por la voz que tenía debía ser fumadora. Se tomaron otra copa en la barra para romper el hielo, pero en realidad lo que estaban haciendo era calentar a Guillermo, ya que las dos no paraban de besarse y sobarse delante de él, así que decidió que se acababan las copas, cogió a María de la mano y dijo: - “Venga para casa”- mientras con la otra mano llamaba un taxi.
            Cuando llegaron a casa, Ana cogió a Guillermo y le dio un morreo que casi le rompe la campanilla, si esto le cogió por sorpresa, más le sorprendió que María se estaba descojonando de risa – “Será el alcohol” - pensó.
            Cuando llegaron a la habitación, sorprendentemente María tomó la iniciativa, le empujó y le sentó en la cama. Sexualmente él tenía un rol más dominante, aunque al final, si lo pensaba bien, siempre acababan haciendo lo que a ella le apetecía, por suerte se compenetraban sexualmente a la perfección.
            María y Ana empezaron a besarse, magrearse, las dos se bajaron los vestidos y dejaros sus exuberantes tetas al aire, las preciosas y naturales de María, con sus pezones erectos por la excitación y las operadas de Ana, que por dicho motivo desafiaban a la gravedad.
            De repente Ana desnudó del todo a María, le sacó el vestido y como era habitual iba sin bragas, la agarró del pelo y la hizo arrodillarse. Guillermo estaba perplejo- ¿Había elegido una Dómina? – pero lo que más le llamaba la atención es que María seguía muerta de risa.
            Cuando María se arrodillo y bajó el vestido y las “abultadas” bragas de Ana, todo tomó sentido, la tía tenía polla, tetas y polla. María le miró con cara de pilla y se metió la polla de Ana hasta dentro y la polla de Guillermo casi rompe sus pantalones.
            Cuando Guillermo y María hablaron de esta fantasía, Guillermo dejó claro que él miraría, no le atraían especialmente los travelos, ahora se estaba arrepintiendo, se sacó la polla y empezó a pajearse, y cuando estaba a punto de correrse se acercó a las mujeres, María iba a soltar la polla de Ana para comerse la suya, pero Guillermo la frenó y se corrió por todo su pelo y su espalda, en ese momento Ana la separó delicadamente y se corrió por los pechos de María, nadie salvo Guillermo se corría dentro de María, por posesividad, pero también por higiene. Claramente María le había dicho sus normas a Ana, ya que esta le dijo con su ahora ya claramente vozarrón – “¿Has cambiado de idea? ¿Ya vas a hacer algo más que mirar?”- - “Vamos a ir viendo que pasa” – contestó él.
            Levantó a María y empezó a besarla mientras le metía los dedos en el coño, que parecía un grifo, al mismo tiempo Ana se empezó a restregar por la espalda de María lo que posibilitó que Guillermo pudiese tocarle y magrearle las tetas, aunque debía reconocer que las tetas operadas no le atraían especialmente, la situación era de lo más morbosa y notaba como su polla tomaba vida otra vez, se alejó de las mujeres, ocasión que estas aprovecharon para seguir besándose y tocándose. Guillermo volvió con un preservativo que le tendió a Ana, se tumbó en la cama y empaló a María sin compasión y con sus manos abrió el culo de esta en una clara invitación a que Ana le acompañase en una doble penetración, esta no lo dudó un momento y también penetró a María sin contemplaciones, esta dio un pequeño alarido, claramente más de placer que de dolor, y así Guillermo y Ana empezaron a embestir a María con unos movimientos perfectamente acompasados, y María  no hacía más que correrse una y otra vez, era la mujer más multiorgásmica que había visto en su vida, y no  era por presumir, pero había follado con unas cuantas tías en su vida, mientras Guillermo la besaba y sobaba las tetas de su partener con tetas y polla, increíblemente los dos se corrieron a la vez, y María una vez más con ellos. Los tres cayeron exhaustos en la cama, María en medio de los dos.
            De repente Guillermo espetó autoritario – “¿Qué te he dicho de correrte sin mi permiso?” – María le miró con esos ojazos negros en los que él podría vivir para siempre, y se encogió de hombros – “¿Qué te parece si la damos un buen spanking por desobediente?” - Le dijo a Ana – “¿Sois bedesemeros?” – le preguntó esta – a lo que María contestó haciendo círculos con los ojos –“ Lo justo, a él le gusta eso de Amo y Señor, pero yo soy más de aquí te pillo aquí te mato” – Los tres se echaron a reír, pero lo del spanking no se libraba, además a la muy zorra le encantaba, al principio los encadenaba uno detrás de otro, porque los azotes la ponían tan cachonda que se corría con el castigo por correrse, así era un no parar. Así que Guillermo introdujo la fusta y la vara, esta última la excitaba menos, aunque cada vez le gustaba más, se estaba convirtiendo en un poco bastante masoca, y eso le gustaba a Guillermo que era algo sádico.
            La tumbaron boca abajo, y obviamente ella pidió que la atasen, se estaba convirtiendo en un perra viciosa sin límites, y eso a Guillermo le encantaba. Cogió la cuerda que tenía  en la mesilla y la ató las manos y los pies a las cuatro esquinas de la cama, y se percató que tanto a él como a Ana se les volvía a cobrar vida sus pollas, y hablando de pollas, la de Ana no era enorme, pero no estaba mal de tamaño para ir acompañada de esas tetazas.
            Sacó la fusta y el flogger, a  María nunca la habían azotado dos personas a la vez, la vara le parecía demasiado. Y empezaron a alternarse golpeando su culo, sus muslos, parte de su espalda, hasta que gran parte de la parte trasera de María estaba roja, de un rojo precioso, y esta ya estaba rogando por correrse, a lo que Guillermo fue contundente con un claro NO.

            Le cogió el flogger a Ana y metió el mango en el coño de María, cogió la fusta y se la metió en el culo, ordenándole que no se le saliese ninguna. Si alguien hubiese medido lo caliente que estaba María en ese momento, probablemente hubiese estallado el termómetro.
            Se sentó en la cabecera de la cama con la polla tiesa como un mástil de tal manera que la atada y caliente María le pudiese ver y le echó una mirada cómplice a Ana que entendió a la perfección, gateó por la cama y empezó a chuparle la polla a Guillermo, María estaba atónita, ella con sus agujeros  llenos sin poderse correr y la otra chupando la polla a su Guillermo, como este la conocía bien le metió los dedos en la boca para que estuviese calladita, mientras disfrutaba de la mamada que le daba Ana, cundo estaba a punto de correrse la separó, y como pudo reemplazó sus dedos en la boca de María por su polla y se corrió con la satisfacción de ver como ella, glotona como siempre, se lo tragaba todo.
            Guillermo le dijo que cuando sacasen los bártulos de sus orificios se podría correr, Ana y él tiraron del flogger y la fusta enérgicamente, y el orgasmo de María fue tan escandaloso, que Guillermo estuvo un rato pendiente de que no apareciese algún vecino. Ana se fue a duchar, mientras Guillermo contemplaba a Ana aún atada y exhausta, le encantaba tenerla así.
            Cuando Ana salió ya vestida de la ducha, Guillermo le ofreció un café o algo, pero ella lo declinó, les dio las gracias por la fantástica noche que había pasado y besó a Ana apasionadamente, preguntándole a Guillermo sino iba a desatarla, a lo que María puso cara de consecuencias y Guillermo se encogió de hombros.
            Cuando volvió de acompañar a Ana a la puerta se acercó a María, la desató y la cogió entre sus brazos – “Gracias por esta increíble noche, no dejas de sorprenderme” – le dijo, a lo que María, a punto de dormirse en sus brazos, solo sonrió. – “Por cierto” – le dijo Guillermo, Ana nos ha dejado su teléfono por si queremos repetir – ahí María se espabiló bien- “Te ha comido la polla, esa zorra con pirola no vuelve a acercarse a ti” – Guillermo no pudo menos que echar una carcajada y abrazar aún más a María.
            ¡Maldita sea! ¿A ver si se estaba enamorando de María?