viernes, 11 de diciembre de 2020

EL AMO TRANQUILO

 

EL AMO TRANQUILO


 

 

Los que me conocéis un poco sabéis que estoy llena de referencias frikis y cinematográficas. Una de mis pelis favoritas es “El hombre tranquilo”, evidentemente contextualizándola en su época.

El personaje de  Sean Thornton es un hombre tranquilo y amable que acaba consiguiendo todo lo que quiere con paciencia y los toques justos de autoridad.

Así estoy viviendo esta nueva relación BDSM con mi Amo tranquilo, sin dramas, sin reclamaciones imposibles o enfados de los que se te clavan en el alma. Comprendiendo cuales son los impedimentos que tenemos cada uno, los problemas cotidianos y los que surgen sin esperarlo.

Sin prisa, pero si con verdadera rapidez me ha llevado donde pensé que no iba a querer volver a estar, a sus pies, a sus órdenes.

Vivimos y vemos el BDSM de la misma forma, protocolario, vertical, sano, consensuado con lo cual lo de seguro ya va implícito.

Si que es verdad que cada uno puede y debe vivir el BDSM como bien le viene en gana, yo hablo de lo que me gusta a mi. Aunque en otro momento os podría hablar de todos esos “yo de eso paso” y al final lo que tienes es una relación vainilla aderezada alguna vez con unos azotes que no dejan marcas y un par de órdenes. Pero ese es otro asunto.

Mi Amo tranquilo ha conseguido tenerme en vilo todo el día esperando sus órdenes, ha hecho que desee todo lo que le dije que no quería hacer cuando me dijo que me aceptaba como su sumisa en prácticas. Recuerdo perfectamente ese momento, yo le había mandado un mensaje solicitándoselo y estaba por la calle cuando me contestó aceptándome, bien, pues me salió un maullido al leerlo.

“No. No mi Señor, a mi nada de mandarme todos los días hacer algo y controlarme, juegos esporádico y entre medias nada.” (Eso decía yo)

Al segundo día solo con una llamada telefónica me tenía desnuda arrodillada en mi habitación cumpliendo todas sus órdenes.

Y desde nuestra primera sesión juntos ha ido incrementando su dominio sobre mi, pequeñas cosas al principio, sutilezas que me iba “colando” y yo iba recuperando el equilibrio de mis chacras y empezaba a centrarme en mis pequeñas cosas también.

No hay que decir que esta pandemia nos ha trastocado a todos la vida, yo llevo en ERTE desde Marzo, y aunque es verdad que no he parado, tengo mis alumnos, algún evento, si que me fui acomodando, dejando mis rutinas. Pues bien, cuanto más rutinas y más me exige mi Amo, más me centro en otras cosas, es como si estuviese recuperando mi equilibrio.

He recuperado mi rutina de ejercicio que me viene muy bien para mi pierna, y no, no me lo ha mandado Él, pero ha ido asociado al reencuentro conmigo, a mi equilibrio recuperado.

A veces me manda hacer cosas que me parecen insuperables, un día tuve el chinchetosuje, el plug y un dildo durante tres horas, entre las cuales dos de ellas di clase, pues bien, quizás esas fueron las dos horas de clase más concentrada y centrada que he dado en mi vida. Y aguanté con todo las tres horas, lo cual pensé imposible cuando me lo mandó.

Me pone retos, a veces intelectuales, para poderme correr, me controla el placer, y cuando me lo concede casi echo de menos el control, claro que la falta de control dura poco. Anhelo sus órdenes, sus instrucciones, pero lo hago con tranquilidad. Hoy no se puede, no pasa nada.

Creo que está siendo el Amo más severo y que más ocupada me tiene todos los días y es con diferencia el que menos interfiere en mi vida cotidiana.

Es más, creo que me “ha espabilado” estaba aletargada.

Mi Amo tranquilo este fin de semana me estuvo “torturando” y llevando al  límite, estuve al borde del fracaso varias veces, pero al fin salí airosa y mi Amo me hizo el mejor regaló, acortó los tres meses de sumisa en prácticas que me había impuesto y me dijo que había superado con creces el adiestramiento, ya le podía considerar mi Amo.

Eso solo lo podemos entender los que llevamos el BDSM grabado en la piel, el orgullo, la emoción, la satisfacción que sentí.

Ahora voy a luchar igual por mi collar, aunque la primera prueba que me ha puesto telita, pero si Astérix pudo pasas las 12 pruebas, yo también, mi poción mágica es mi Amo tranquilo y mi compañero Obélix que me evita sucumbir es mi deseo de no decepcionarle y de que se sienta orgulloso de mi.

Mi Amo tranquilo sabe separar las cosas y no se lía el BDSM con la vida cotidiana. MI Amo tranquilo sabe mantenerse a una distancia prudencial cuando en mi vida sucede algo que inevitablemente me la descoloca, pero aún en esa distancia, que yo necesito en esos momentos, sabe hacerme ver que está ahí.

Mi Amo tranquilo, que no es nada friki, busca frases y metáforas frikis para alegrarme, acabará siendo fan de Star Wars, ya veréis.

Sin aspavientos, sin florituras, sin discursos interminables, vamos avanzando, sin ansiedades ni metas estresantes.

Mi Amo me da tranquilidad, me centra y equilibra y eso es impagable.

Gracias Amo

A sus pies

 

domingo, 29 de noviembre de 2020

 

SEX SHOP

 


Desde que la pandemia había empezado María y Guillermo no habían vuelto a vivir separados, ya eran una pareja oficial  y hacían vida como tal con sus familiares y amigos. Como todo en su relación esto había fluido con naturalidad, no había habido conversación ni intercambio de llaves ni nada, un día después que se permitió la vuelta al trabajo y salir a la calle con normalidad, habían ido a casa de María en los dos coches y habían trasladado sus cosas a la de Guillermo. Ni siquiera habían discutido de en cual vivir, pero por lógica la de él era más grande.

Su relación BDSM también fluía con naturalidad. María se había revelado como una sumisa y una masoquista natural, que se plegaba a los deseos más oscuros de Guillermo con la misma facilidad que minutos después se iba a trabajar con su traje de ejecutiva que ocultaba sus marcas y cualquier maldad que a Guillermo se le ocurriese.

Ese fin de semana se iba a llevar a María a una casa de campo que le dejaba un amigo, en mitad de un bosque donde podría hacer todas las maldades que quisiese sin que nadie en kilómetros a la redonda se enterase, pero antes tenían que ir a comprar provisiones para el viaje, bueno al menos eso le dijo a María que iban a hacer.

Cuando María salió vestida con un vaquero y una camiseta, Guillermo puso cara de desaprobación, ella alucinó un poco, en teoría iban al súper, pero le siguió a la habitación sin rechistar. Le puso unas medias y un liguero negro encima la cama, María, como siempre, entornó los ojos, lo que, como siempre le valió un azote, lo que, como siempre, hizo que su coño aplaudiese.

Se quitó el vaquero y las bragas y se puso el liguero y las medias, a Guillermo le gustaba esa camiseta de AC/DC, así que le sacó la falda vaquera del armario y se la ordenó poner, ya hacía frio así que le puso una cazadora, María se dejó hacer sin rechistar, entonces Guillermo cogió cinta americana negra y se la puso sobre la boca, y otro trozo y otro trozo, hasta que tenía toda la cara desde la nariz hasta la barbilla cubierta de cinta negra y evidentemente esto le impedía mucho el poder expresar ninguna queja. Benditas mascarillas, era lo único que Guillermo no odiaba de esta puta pandemia. Le puso la mascarilla negra por encima y, efectivamente no se notaba que iba amordazada. Otra cosa eran los ojos de María, que estaban a punto de salirse de sus orbitas. Guillermo la agarró de la mano y se fueron hasta el coche, se cruzaron con algún vecino que les saludó y ella solo podía contestar moviendo la cabeza.

Cuando estaban en el garaje, su vecino de puerta, un tío insoportable que desnudaba a María con los ojos se acercó a ella y la interpeló directamente, María lo miró y se subió en el coche sin contestarle obviamente, cuando se subieron los dos se miraron y se rieron, bueno María lo intentó.

Una vez que llegaron a su destino, un gran sex shop que había en un polígono de su ciudad, María empezó a entender cuales eran las provisiones que iban a comprar.

Guillermo la metió en el sex-shop de la mano y cuando entró saludó a la dependienta, que evidentemente lo conocía.

-          Esta es mi putita – le dijo, y de repente se dio cuenta que no podía ir por ahí diciendo su nombre real, como el grupo favorito de ambos era Nightwish decidió sobre la marcha llamarla tarja, como su cantante, en minúsculas como su sumisa. María le miró con una evidentemente cara de aprobación.

La dependienta le dijo que ya estaban sus encargos y alabó lo bien educada que estaba tarja, tan calladita, Guillermo levantó un poco la mascarilla y la dependienta soltó una carcajada, lo cual desarrolló los acontecimientos de siempre, entornado de ojos, azote en público, aplauso de coño.

Guillermo contestó que primero iban a dar una vuelta por el lugar, la dependienta le dijo que por el tema COVID no podían tocar mucho las cosas pero que si le ofrecían un buen espectáculo podía hacer la vista gorda y avisar a su personal que hiciese lo mismo y señaló con un dedo a su ordenador desde el que veía toda la tienda. Guillermo agarró a tarja, le gustaba el nombre, y en el primer sitio que paró fue en una estantería llena de restricciones, agarró unas esposas y llevó los brazos de ella hacia atrás y se los esposó. Por suerte la mascarilla tapaba el rubor que le subía por la cara a María, la mujer de la puerta ya debía haber avisado, ya que el chico que custodiaba esa parte no dijo ni mu, de todos modos pensaba comprar esas esposas pero igualmente para agradecer que el dependiente no les riñese, levantó la falda de tarja y le dio unos azotes, luego le metió los dedos en el coño y se los dio a oler al dependiente. - Es una puta exhibicionista – le dijo y este se río  y asintió.

Cuando pararon en una estantería llena de collares la dependienta que estaba en la puerta y que tenía toda la pinta de ser la jefa apareció con un collar negro y plateado, muy, muy ancho y con 4 argollas repartidas simétricamente, Guillermo le explicó a María que miraba con ojos atónitos, que era un collar postural que la obligaría a llevar el cuello muy estirado, pero que no le sería incómodo, ya que estaba hecho a medida para ella.

-          ¡A medida! – pensó María, ¿Cuándo le había tomado medidas? , claro que ella dormía como un lirón, pero...

Se lo puso y era verdad que su cuello que daba estirado y no podía mover la cabeza, la mujer le dio una bonita correa plateada y negra y se la enganchó en el collar y así la llevó por la tienda, ante las miradas curiosas y lascivas de los clientes que había en el sex-shop.

Guillermo se paraba con premeditación delante de los estantes y lo miraba todo con calma, cuando unas pinzas japonesas llamaron su atención, de esas no tenían, las cogió y miro a María con cara de haberle tocado el gordo de Navidad, le levantó la camiseta, le sacó las tetas por encima del sujetador y se las puso, la gente ya estaba más pendiente de ellos que de un final de liga, por suerte en el sex-shop estaban prohibidas las fotos. Se acercó a María, le metió la mano por debajo de la falda, le tocó el coño palmeante de tarja, le besó la frente y se limpió los dedos en sus pechos, le bajó la camiseta aunque se notaba perfectamente que llevaba las pinzas y los pechos sueltos.

La encargada que ya no se había separado de su lado, evidentemente mejor el espectáculo en directo que por la tele, llevaba una bolsa que le dio y le dijo que estaba todo hecho a medida, (María alucinaba con lo de “a medida”) y que si había algún problema se lo ajustarían. Le dio un látigo corto en la mano, que al parecer también estaba hecho especialmente para él.

Ante la sorpresa de María la mujer le dijo que si lo estrenaba allí en público sería un regalo de la casa. María puso cara de alucinada, no sería capaz, pensó. Guillermo le contestó con un contundente azote, tiró de la correa, le quitó las esposas y la cazadora, la encargada les dirigió a una columna donde había unos ganchos colgando, Guillermo esposó a maría las manos delante y las colgó de uno de los ganchos, dejándola de cara a la columna muy estirada, ella no podía mirar a su alrededor debido al collar pero estaba segura que toda la gente que había estaría mirando, la encargada recordó que nada de móviles, Guillermo le bajó la falda que quedó arrugada a sus pies, y empezó a darle latigazos en las nalgas, el látigo era justo como él había pedido, si se usaba con la fuerza adecuada no rompía la carne pero dejaba unas bonitas marcas, realmente a Guillermo le daba igual pagar o no el látigo, lo que quería era ver la reacción de María a semejante humillación pública, le dio diez contundentes latigazos en cada nalga, que dejaron 20 hermosas marcas que probablemente le dudarían todo el fin de semana, sus quejidos eran casi inaudibles por la mordaza, pero las lágrimas empezaron a resbalar por sus bellos ojos, mezcla del dolor, la vergüenza que estaba pasando, pero también de la excitación y la emoción que le estaba produciendo el ver que estaba cruzando una línea de no retorno en su entrega, pero era de no retorno porque ella no quería retornar.

Guillermo la desató, le quitó las pinzas la cubrió con la cazadora y la besó a través de las mascarillas y de su mordaza, pero aun así ella lo sintió. Le dijo al oído que estaba orgulloso de ella y le lamió las lágrimas, le quitó el collar y lo guardó todo en la bolsa que le sujetaba la dependienta. La llevó abrazada hasta la caja, pagó y le dijo:  - Gracias por tu regalo mi bella tarja – cuando la dependienta guardó el látigo sin cobrárselo.

La llevó abrazada hasta el coche, haciéndole sentir segura y amada, la ayudó a subir al coche y le dijo que se quitase la mordaza, mientras él fue a una maquina expendedora y le compró agua, ese fin de semana iban a hablar de muchas cosas.

 

martes, 17 de noviembre de 2020

ME ECHABA DE MENOS

 

ME ECHABA DE MENOS

 

 

¿Qué es la sumisión?

Según el diccionario la sumisión es:

Del lat. submissio, -ōnis.

 

1. f. Sometimiento de alguien a otra u otras personas.

 

2. f. Sometimiento del juicio de alguien al de otra persona.

 

3. f. Acatamiento, subordinación manifiesta con palabras o acciones.

 

4. f. Der. Acto por el cual alguien se somete a otra jurisdicción, renunciando o perdiendo su domicilio y fuero.

 

Quizás la acepción 1 no esté tan distante a la sumisión en el BDSM, siempre que añadamos de forma voluntaria obviamente.

A partir de ahora voy a hablar desde el punto de vista femenino, más exactamente desde mi punto de vista femenino.  

¿Se nace sumisa? ¿Se deja de serlo?  Preguntas para las que yo no tengo respuesta, solo reflexiones.

Cualquier persona, sin excepción, que desconozca el mundo BDSM por completo y me conozca a mi en profundidad, o al menos lo piense, apostaría su vida sin el más mínimo temor a perderla, a que si a mi un tío me llama puta barata, me da una hostia y me escupe, por muy grande que sea el susodicho, acaba en urgencias. Pobres, todos ellos perderían la vida atónitos viendo el dócil corderito salido en el que me convierto ante esa situación.

Yo os puedo decir que la sumisión la llevaba dentro, y que el hombre que la despertó en mi la olió al segundo de rodearme con sus brazos, hace eones ya, que una es muy vintage. También os digo que mientras más crecían en mi mis perversiones y mi sumisión, más crecía como persona, como mujer y como feminista. Muchas de las que se echaban las manos a la cabeza porque por esa época emitían por la tele Historia de O y las de Enmanuelle recitando el credo aprendido y monótono que repetían todas las feministas de “pro” de la época, de que denigraban a la mujer y bla, bla, bla, eran las primeras en hablar de las mujeres que decíamos que no a la propuesta de matrimonio de nuestro novio de siempre, o de decir que no nos dábamos a valer, darse a valer, madre mía, si nos enrollábamos con un tío una noche y no queríamos saber más de él.

Pero luego era yo la que se enfrentaba a los comportamientos machistas de algún profesor, la que no respondía a llamamientos tipo cariño, rubia, corazón, ya que a mis compañeros varones jamás se les ocurría llamarles así y la que defendía a nuestra compañera hija de madre soltera, algo poco habitual por esa época.

En cuanto a lo de que se puede dejar de ser sumisa, bueno, yo creo que dejas de practicarlo, que dejas de buscar a alguien con tus afinidades porque hay momentos de tu vida que tienes otras prioridades.

Yo pensé hace un par de años que había perdido mi sumisión, una pierna rota en mil pedazos seguida de un corazón roto en otros mil, me llevó a pensar que no había nadie que pudiese llevarme a postrarme a sus pies otra vez, (bueno lo de postrarme me cuesta entre los años y la pierna) de hecho hasta estaba convencida que ni a postrarme en su cama,

Lo de pensar que no me iba ni apetecer volver a follar reconozco que se me pasó antes de lo pensado, pero también reconozco que no encontraba ninguna satisfacción.

Claro, una tiene su rollo drama Queen a veces y yo lo achacaba a mi mal de amores y a que todavía no me había recuperado, que un poco también había, que me ha costado olvidar al jodío una jartá.

Pero yo seguía en mis trece de que ya no era sumisa nunca más. Me reabrí twitter, y claro totalmente en plan bedesemero, pero solo para pasar el rato, y fantasear lo justo para sobrevivir, pero no acababa de arrancar, lo dejaba en pausa, volvía, escribía relatos donde mezclaba fantasías, recuerdos, vivencias y anhelos, lo volvía a cerrar.

Y no era yo, y de repente me di cuenta que no le echaba de menos a él, que no nos echaba de menos a nosotros, que a la que echaba de menos era a mi, me estaba desvaneciendo. Delante de los míos era yo, pero por dentro no, era un cascarón vacío, autómata: curro, familia, amigas, algún polvo y volver a empezar.

No me hacía falta amor, ni una pareja estable, y bien que lo siento porque en toda esta transición hay alguien al que conocí muy querido para mi, al que se que he hecho daño con mi elección de vida. Pero es que lo que me hacía falta es que me diesen de hostias, así sin más, sin respiro, sin concesiones. Tengo una buena amiga sumisa que dice que “se le alinean los chacras con las hostias” pues tal cual me pasó a mi. No podía volver porque no estaba siendo yo, no podía lidiar con mis problemas cotidianos porque no tenía conmigo a la persona que nunca me ha fallado, yo misma. Y no estaba allí porque no estaba completa, porque no hay dos personas, hay una, la luchadora y fuerte que puede hacer llorar a un tío hecho y derecho, literalmente, y la zorra sumisa que se muere porque la humillen, la abofeteen y la usen como un simple juguete y hasta que he comprendido que ahora mismo esa es mi necesidad, que esa soy yo y que la sumisión es parte de mi con tanta intensidad como mi odio a los toros, mi amor a Star Wars, mis camisetas frikis y rockeras o mi lencería de puta. Yo soy así  y aunque siempre me he aceptado, no tengo ningún trauma por mis gustos, si que es verdad que los he relegado por motivos totalmente equivocados.

No diré que no me vuelva a equivocar, que se me da muy bien eso de cometer errores, pero ahora mismo firmo un compromiso conmigo misma de no volverme a dejar sola.

Y no puedo escribir sobre este reencuentro conmigo si dar las gracias a la persona que me ha ayudado a ir por el camino correcto.

Gracias Señor (imaginemos aquí una barra de labios)

domingo, 5 de julio de 2020

CONFINAMIENTO

María había salido pronto de trabajar el 13 de marzo, ya se rumoreaba que se iban a cerrar varias cosas por el COVID-19 y en su oficina ya habían preparado todo para seguir con el trabajo vía telemática.
Estaba en casa con su café y muy atenta a las noticias, cuando el presidente anunció el estado de alarma y el confinamiento.
Lo primero en lo que pensó María fue en Guillermo, pero por suerte Guillermo también debió ser en lo primero que pensó, porque el discurso no había acabado y ya le estaba llamando, tenía clarísimo que iban a pasar el confinamiento juntos.
Al día siguiente a primera hora la recogió, llevaba algo de ropa de vestir para las reuniones telemáticas que a bien seguro tendría, y lo demás ropa cómoda y, como ella la llamaba, putiropa.
María se subió al coche sonriente y, como siempre, se lanzó a su cuello y le besó.
No es que a Guillermo le gustasen las sumisas que estaban siempre en su papel, de hecho la mayoría del tiempo su relación no era en absoluto vertical, María era muy inteligente y autosuficiente como para aceptar otra cosa, así que tenía clarísimo que aunque el hubiese preferido una relación D/s 24/7, María no hubiese aceptado.
Pero realmente no le podía hacer más feliz, se habían complementado a la perfección, se retroalimentaban el uno al otro. Él le había conferido a ella cierta disciplina y orden que le faltaba, en cambio ella le había contagiado su entusiasmo por todo y su alegría.
Los dos habían salido beneficiados. María había ascendido en su trabajo, su jefe le había dicho que estaba teniendo unos resultados impresionantes y que se había vuelto mucho más constante.
Por otra parte  Guillermo, a parte de que su familia le decía que era más simpático y alegre, curiosamente también había fidelizado algunos clientes que le habían confesado que antes les parecía un poco prepotente.
Ese sábado se dedicaron a hacer compras para no tener que salir mucho a la calle los siguientes días y pasaron el resto del tiempo como una pareja normal. Comiendo, viendo pelis y follando.
Ese lunes María tenía que teletrabajar, se levantó intentando no despertar a Guillermo que tenía toda la semana prácticamente libre, solo alguna teleconferencia puntual. Pero le despertó y se quedó embobado mirándola, estaba claro que la amaba y por más que quisiese hacerse el duro cada vez lo disimulaba peor.
Era la primera vez que Guillermo mezclaba el BDSM con el amor, y eso francamente le preocupaba. Por otra parte, como para María era su primera incursión en el mundo BDSM y no estaba muy metida en el tema, lo llevaba con absoluta naturalidad y no se comía en absoluto la cabeza. Eso era otra cosa que le gustaba de ella, el optimismo y la tranquilidad con la que enfrentaba todo.
Esa mañana Guillermo decidió que iba a intentar algo.
Cuando María volvió de la ducha él la estaba esperando con la bala vibradora y los grilletes de los tobillos. Ella le miró algo atónita ya que iba a trabajar, pero él le explicó con tranquilidad que solo lo harían si ella quería, y que si en algún momento veía que le iba a interrumpir mucho, que cerrase el ordenador y luego se excusase diciendo que había perdido la cobertura, y de inmediato pararían todo.

Así que a la media hora María estaba sentada frente al PC, con un plug enorme en el culo, una bala vibradora en su ya húmedo coño,una camisa recatada a la vista, pero desnuda de la cintura para abajo, sujeta con una cuerda a su silla de trabajo para que el plug entrase bien, y sus tobillos unidos por los grilletes a las patas de la silla, y como a Guillermo le debió parecer poco, le añadio unas pinzas a sus pezones que aumentaban su presión al ir debajo del sujetador. Admiró su obra, tocó el coño de María, y este ya era como un pequeño surtidor, le pareció que faltaba algo, así que le puso el cilicio en la pierna izquierda, apretándolo solo lo suficiente para que lo sintiese pero que con el tiempo no llegase a resultarle demasiado doloroso. Las pinzas del pecho no le preocupaban tanto, los pezones de María parecían de acero, aguantaban de todo y a ella le excitaba especialmente que se los torturase. María se había revelado como una masoquista de primer orden.
Así que Guillermo se sentó en un ángulo de la habitación donde no se le viese y con el mando en la mano, empezó a torturar a María mientras estaba conectada con sus compañeros, siempre pendiente de sus gestos, llevándola al límite pero sin hacer peligrar su reunión, ningún tipo de relación D/s debía hacer peligrar el trabajo o la privacidad respecto a las prácticas que tu pareja quisiese marcar.
María desconectó la videollamada y tapó la cámara, le dijo a Guillermo que tenía que enviar un mail con unos papeles pero que ya no iba a estar más conectada con su jefe y sus compañeros.
Guillermo se levantó lentamente, se puso detrás de ella y le sacó la camisa y el sujetador, cogió una vara y los grilletes de las muñeca que unió con la cadena de 10 cm, María hizo ese gesto de poner os ojos para arriba tan característico, por lo cual recibió un varazo en sus pechos que provocó que su coño aplaudiese, mira que le gustaba la fiesta.
Guillermo le dijo que ella hiciese su trabajo, se lo dijo con ese susurro profundo que usaba en esos momentos, que le volvía totalmente loca, a la dificultad de escribir con las muñecas encadenadas y todo los demás que llevaba encima y dentro, se sumó que ahora Guillermo le tocaba los pechos, le quitó las pinzas y empezó a jugar con sus pezones, le mordía el cuello, pegaba con la vara su ya húmedo coño, y jugaba con el mando de su vibrador, poniéndola al límite, como no paraba de gemir, le puso una spider gag, que se había convertido en su favorita, esa manera en que dejaba su preciosa boca abierta, con esos ganchos de donde podía agarrar para follarle la boca sin piedad.
Unos papeles que a María no le hubiesen llevado en otras condiciones ni 20 minutos, se alargaron hora y media, no había problema, ya que se los habían pedido a lo largo del día, pero pensó que nunca los iba a acabar,
Cuando al fin terminó el trabajo, María era un manojo de babas y flujos varios, le dolía el culo por el plug, estaba exhausta por no haberse corrido, su coño y sus pechos estaban llenas de marcas rojas de los varazos, el cilicio empezaba a ser ya verdaderamente incómodo y sus brazos y sus piernas empezaban a estar entumecidos, eso que cada vez aguantaba mayor cantidad de tiempo con algún tipo de restricción, cosa que por otra parte le encantaba y hacía que se excitase mucho.
Guillermo la desató de la silla, la puso de rodillas y le dio su premio, cuando María sintió la polla de Guillermo a través de la Spider Gag, se le pasaron todas las incomodidades y molestias, no se llegaba a explicar como le excitaba tanto que la sometiesen así, cuando leía cosas sobre BDSM notaba que usaban mucho la palabra humillación, pero ella no se sentía humillada en absoluto, al contrario, en estos momentos se sentía mas adorada y amada que nunca, además se sentía poderosa, porque notaba también como Guillermo flaqueaba y luchaba contra su deseo de amarla sin más y sus deseos de someterla como sumisa. María sabía que en cualquier momento podía parar el juego  y sobretodo sabía que tomase la decisión que tomase, Guillermo la seguiría amando.
Guillermo se corrió sobre su cara y sus pechos, le quitó la mordaza, y todos los demás accesorios y cuando tiró del vibrador y el plug a la vez, le ordenó que se corriese a lo que ella contestó con un gemido y un squirt, y se quedó allí de rodillas convulsionando y temblando de placer, Guillermo la cogió entre sus brazos y se la llevó a la ducha, allí bajo la reparadora agua caliente se la folló y la besó. Y decidió que María no se volvería a vestir en toda la cuarentena a no ser que tuviese que conectarse online por trabajo.