domingo, 5 de julio de 2020

CONFINAMIENTO

María había salido pronto de trabajar el 13 de marzo, ya se rumoreaba que se iban a cerrar varias cosas por el COVID-19 y en su oficina ya habían preparado todo para seguir con el trabajo vía telemática.
Estaba en casa con su café y muy atenta a las noticias, cuando el presidente anunció el estado de alarma y el confinamiento.
Lo primero en lo que pensó María fue en Guillermo, pero por suerte Guillermo también debió ser en lo primero que pensó, porque el discurso no había acabado y ya le estaba llamando, tenía clarísimo que iban a pasar el confinamiento juntos.
Al día siguiente a primera hora la recogió, llevaba algo de ropa de vestir para las reuniones telemáticas que a bien seguro tendría, y lo demás ropa cómoda y, como ella la llamaba, putiropa.
María se subió al coche sonriente y, como siempre, se lanzó a su cuello y le besó.
No es que a Guillermo le gustasen las sumisas que estaban siempre en su papel, de hecho la mayoría del tiempo su relación no era en absoluto vertical, María era muy inteligente y autosuficiente como para aceptar otra cosa, así que tenía clarísimo que aunque el hubiese preferido una relación D/s 24/7, María no hubiese aceptado.
Pero realmente no le podía hacer más feliz, se habían complementado a la perfección, se retroalimentaban el uno al otro. Él le había conferido a ella cierta disciplina y orden que le faltaba, en cambio ella le había contagiado su entusiasmo por todo y su alegría.
Los dos habían salido beneficiados. María había ascendido en su trabajo, su jefe le había dicho que estaba teniendo unos resultados impresionantes y que se había vuelto mucho más constante.
Por otra parte  Guillermo, a parte de que su familia le decía que era más simpático y alegre, curiosamente también había fidelizado algunos clientes que le habían confesado que antes les parecía un poco prepotente.
Ese sábado se dedicaron a hacer compras para no tener que salir mucho a la calle los siguientes días y pasaron el resto del tiempo como una pareja normal. Comiendo, viendo pelis y follando.
Ese lunes María tenía que teletrabajar, se levantó intentando no despertar a Guillermo que tenía toda la semana prácticamente libre, solo alguna teleconferencia puntual. Pero le despertó y se quedó embobado mirándola, estaba claro que la amaba y por más que quisiese hacerse el duro cada vez lo disimulaba peor.
Era la primera vez que Guillermo mezclaba el BDSM con el amor, y eso francamente le preocupaba. Por otra parte, como para María era su primera incursión en el mundo BDSM y no estaba muy metida en el tema, lo llevaba con absoluta naturalidad y no se comía en absoluto la cabeza. Eso era otra cosa que le gustaba de ella, el optimismo y la tranquilidad con la que enfrentaba todo.
Esa mañana Guillermo decidió que iba a intentar algo.
Cuando María volvió de la ducha él la estaba esperando con la bala vibradora y los grilletes de los tobillos. Ella le miró algo atónita ya que iba a trabajar, pero él le explicó con tranquilidad que solo lo harían si ella quería, y que si en algún momento veía que le iba a interrumpir mucho, que cerrase el ordenador y luego se excusase diciendo que había perdido la cobertura, y de inmediato pararían todo.

Así que a la media hora María estaba sentada frente al PC, con un plug enorme en el culo, una bala vibradora en su ya húmedo coño,una camisa recatada a la vista, pero desnuda de la cintura para abajo, sujeta con una cuerda a su silla de trabajo para que el plug entrase bien, y sus tobillos unidos por los grilletes a las patas de la silla, y como a Guillermo le debió parecer poco, le añadio unas pinzas a sus pezones que aumentaban su presión al ir debajo del sujetador. Admiró su obra, tocó el coño de María, y este ya era como un pequeño surtidor, le pareció que faltaba algo, así que le puso el cilicio en la pierna izquierda, apretándolo solo lo suficiente para que lo sintiese pero que con el tiempo no llegase a resultarle demasiado doloroso. Las pinzas del pecho no le preocupaban tanto, los pezones de María parecían de acero, aguantaban de todo y a ella le excitaba especialmente que se los torturase. María se había revelado como una masoquista de primer orden.
Así que Guillermo se sentó en un ángulo de la habitación donde no se le viese y con el mando en la mano, empezó a torturar a María mientras estaba conectada con sus compañeros, siempre pendiente de sus gestos, llevándola al límite pero sin hacer peligrar su reunión, ningún tipo de relación D/s debía hacer peligrar el trabajo o la privacidad respecto a las prácticas que tu pareja quisiese marcar.
María desconectó la videollamada y tapó la cámara, le dijo a Guillermo que tenía que enviar un mail con unos papeles pero que ya no iba a estar más conectada con su jefe y sus compañeros.
Guillermo se levantó lentamente, se puso detrás de ella y le sacó la camisa y el sujetador, cogió una vara y los grilletes de las muñeca que unió con la cadena de 10 cm, María hizo ese gesto de poner os ojos para arriba tan característico, por lo cual recibió un varazo en sus pechos que provocó que su coño aplaudiese, mira que le gustaba la fiesta.
Guillermo le dijo que ella hiciese su trabajo, se lo dijo con ese susurro profundo que usaba en esos momentos, que le volvía totalmente loca, a la dificultad de escribir con las muñecas encadenadas y todo los demás que llevaba encima y dentro, se sumó que ahora Guillermo le tocaba los pechos, le quitó las pinzas y empezó a jugar con sus pezones, le mordía el cuello, pegaba con la vara su ya húmedo coño, y jugaba con el mando de su vibrador, poniéndola al límite, como no paraba de gemir, le puso una spider gag, que se había convertido en su favorita, esa manera en que dejaba su preciosa boca abierta, con esos ganchos de donde podía agarrar para follarle la boca sin piedad.
Unos papeles que a María no le hubiesen llevado en otras condiciones ni 20 minutos, se alargaron hora y media, no había problema, ya que se los habían pedido a lo largo del día, pero pensó que nunca los iba a acabar,
Cuando al fin terminó el trabajo, María era un manojo de babas y flujos varios, le dolía el culo por el plug, estaba exhausta por no haberse corrido, su coño y sus pechos estaban llenas de marcas rojas de los varazos, el cilicio empezaba a ser ya verdaderamente incómodo y sus brazos y sus piernas empezaban a estar entumecidos, eso que cada vez aguantaba mayor cantidad de tiempo con algún tipo de restricción, cosa que por otra parte le encantaba y hacía que se excitase mucho.
Guillermo la desató de la silla, la puso de rodillas y le dio su premio, cuando María sintió la polla de Guillermo a través de la Spider Gag, se le pasaron todas las incomodidades y molestias, no se llegaba a explicar como le excitaba tanto que la sometiesen así, cuando leía cosas sobre BDSM notaba que usaban mucho la palabra humillación, pero ella no se sentía humillada en absoluto, al contrario, en estos momentos se sentía mas adorada y amada que nunca, además se sentía poderosa, porque notaba también como Guillermo flaqueaba y luchaba contra su deseo de amarla sin más y sus deseos de someterla como sumisa. María sabía que en cualquier momento podía parar el juego  y sobretodo sabía que tomase la decisión que tomase, Guillermo la seguiría amando.
Guillermo se corrió sobre su cara y sus pechos, le quitó la mordaza, y todos los demás accesorios y cuando tiró del vibrador y el plug a la vez, le ordenó que se corriese a lo que ella contestó con un gemido y un squirt, y se quedó allí de rodillas convulsionando y temblando de placer, Guillermo la cogió entre sus brazos y se la llevó a la ducha, allí bajo la reparadora agua caliente se la folló y la besó. Y decidió que María no se volvería a vestir en toda la cuarentena a no ser que tuviese que conectarse online por trabajo.