martes, 17 de noviembre de 2020

ME ECHABA DE MENOS

 

ME ECHABA DE MENOS

 

 

¿Qué es la sumisión?

Según el diccionario la sumisión es:

Del lat. submissio, -ōnis.

 

1. f. Sometimiento de alguien a otra u otras personas.

 

2. f. Sometimiento del juicio de alguien al de otra persona.

 

3. f. Acatamiento, subordinación manifiesta con palabras o acciones.

 

4. f. Der. Acto por el cual alguien se somete a otra jurisdicción, renunciando o perdiendo su domicilio y fuero.

 

Quizás la acepción 1 no esté tan distante a la sumisión en el BDSM, siempre que añadamos de forma voluntaria obviamente.

A partir de ahora voy a hablar desde el punto de vista femenino, más exactamente desde mi punto de vista femenino.  

¿Se nace sumisa? ¿Se deja de serlo?  Preguntas para las que yo no tengo respuesta, solo reflexiones.

Cualquier persona, sin excepción, que desconozca el mundo BDSM por completo y me conozca a mi en profundidad, o al menos lo piense, apostaría su vida sin el más mínimo temor a perderla, a que si a mi un tío me llama puta barata, me da una hostia y me escupe, por muy grande que sea el susodicho, acaba en urgencias. Pobres, todos ellos perderían la vida atónitos viendo el dócil corderito salido en el que me convierto ante esa situación.

Yo os puedo decir que la sumisión la llevaba dentro, y que el hombre que la despertó en mi la olió al segundo de rodearme con sus brazos, hace eones ya, que una es muy vintage. También os digo que mientras más crecían en mi mis perversiones y mi sumisión, más crecía como persona, como mujer y como feminista. Muchas de las que se echaban las manos a la cabeza porque por esa época emitían por la tele Historia de O y las de Enmanuelle recitando el credo aprendido y monótono que repetían todas las feministas de “pro” de la época, de que denigraban a la mujer y bla, bla, bla, eran las primeras en hablar de las mujeres que decíamos que no a la propuesta de matrimonio de nuestro novio de siempre, o de decir que no nos dábamos a valer, darse a valer, madre mía, si nos enrollábamos con un tío una noche y no queríamos saber más de él.

Pero luego era yo la que se enfrentaba a los comportamientos machistas de algún profesor, la que no respondía a llamamientos tipo cariño, rubia, corazón, ya que a mis compañeros varones jamás se les ocurría llamarles así y la que defendía a nuestra compañera hija de madre soltera, algo poco habitual por esa época.

En cuanto a lo de que se puede dejar de ser sumisa, bueno, yo creo que dejas de practicarlo, que dejas de buscar a alguien con tus afinidades porque hay momentos de tu vida que tienes otras prioridades.

Yo pensé hace un par de años que había perdido mi sumisión, una pierna rota en mil pedazos seguida de un corazón roto en otros mil, me llevó a pensar que no había nadie que pudiese llevarme a postrarme a sus pies otra vez, (bueno lo de postrarme me cuesta entre los años y la pierna) de hecho hasta estaba convencida que ni a postrarme en su cama,

Lo de pensar que no me iba ni apetecer volver a follar reconozco que se me pasó antes de lo pensado, pero también reconozco que no encontraba ninguna satisfacción.

Claro, una tiene su rollo drama Queen a veces y yo lo achacaba a mi mal de amores y a que todavía no me había recuperado, que un poco también había, que me ha costado olvidar al jodío una jartá.

Pero yo seguía en mis trece de que ya no era sumisa nunca más. Me reabrí twitter, y claro totalmente en plan bedesemero, pero solo para pasar el rato, y fantasear lo justo para sobrevivir, pero no acababa de arrancar, lo dejaba en pausa, volvía, escribía relatos donde mezclaba fantasías, recuerdos, vivencias y anhelos, lo volvía a cerrar.

Y no era yo, y de repente me di cuenta que no le echaba de menos a él, que no nos echaba de menos a nosotros, que a la que echaba de menos era a mi, me estaba desvaneciendo. Delante de los míos era yo, pero por dentro no, era un cascarón vacío, autómata: curro, familia, amigas, algún polvo y volver a empezar.

No me hacía falta amor, ni una pareja estable, y bien que lo siento porque en toda esta transición hay alguien al que conocí muy querido para mi, al que se que he hecho daño con mi elección de vida. Pero es que lo que me hacía falta es que me diesen de hostias, así sin más, sin respiro, sin concesiones. Tengo una buena amiga sumisa que dice que “se le alinean los chacras con las hostias” pues tal cual me pasó a mi. No podía volver porque no estaba siendo yo, no podía lidiar con mis problemas cotidianos porque no tenía conmigo a la persona que nunca me ha fallado, yo misma. Y no estaba allí porque no estaba completa, porque no hay dos personas, hay una, la luchadora y fuerte que puede hacer llorar a un tío hecho y derecho, literalmente, y la zorra sumisa que se muere porque la humillen, la abofeteen y la usen como un simple juguete y hasta que he comprendido que ahora mismo esa es mi necesidad, que esa soy yo y que la sumisión es parte de mi con tanta intensidad como mi odio a los toros, mi amor a Star Wars, mis camisetas frikis y rockeras o mi lencería de puta. Yo soy así  y aunque siempre me he aceptado, no tengo ningún trauma por mis gustos, si que es verdad que los he relegado por motivos totalmente equivocados.

No diré que no me vuelva a equivocar, que se me da muy bien eso de cometer errores, pero ahora mismo firmo un compromiso conmigo misma de no volverme a dejar sola.

Y no puedo escribir sobre este reencuentro conmigo si dar las gracias a la persona que me ha ayudado a ir por el camino correcto.

Gracias Señor (imaginemos aquí una barra de labios)

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