El sueño pienso que lo
desencadenó el collar de o, que me llegó ese día y me hizo mucha ilusión.
Mi Amo era literalmente mi Cousteau gallego en el sueño, porque era Cousteau pero con el aspecto de Amo, la voz de Amo y el carácter de Amo, es decir, era Amo pero se llamaba Cousteau y tenía un barco que se llamaba Calypso, obviamente.
El barco era todo transparente y
se veían todos los bichis súper monos nadando a nuestro alrededor.
Y yo estaba arrodillada, desnuda
sobre un cojín rojo en medio del barco, que ahora que lo pienso solo tenía la
estructura de cubierta acristalada, ni camarotes, ni timón ni nada.
Y Amo Cousteau entraba, no sé de
donde, se acercaba a mi y me ponía el collar, y una sensación de paz recorría
todo mi ser.
Yo le suplicaba que me sometiese
y me tomase, que no dejase un ápice de mi piel sin reclamar quería que todas las células de mi cuerpo
sintiesen quien es su Dueño.
Amo me agarró del pelo, que en el
sueño lo llevaba suelto, y me arrastró a una cama, que apareció de la nada, un
sueño es un sueño.
La cama era una cama con dosel
metálico bedesemero, con cadenas y argollas. Látigos, floggers, varas y todo
tipo de utensilios que se le puedan ocurrir.
Me mandó arrodillar en mitad de la cama y
encadenó mis brazos a la parte de arriba del dosel, me puso una barra
espaciadora en las rodillas para que estuviese abierta, y empezó a golpear a su
cosa sin piedad por delante y por detrás, en mi cuerpo
empezaban a aparecer rayas en todas las direcciones, yo me quejaba y me
revolvía lo que las cadenas me permitían y Amo me preguntaba si quería parar o
que sino dejase de quejarme, pero yo no quería parar pero tampoco podía dejar
de quejarme, así que Amo me metió uno de sus calcetines en la boca y lo sujetó
con cinta americana y siguió golpeándome hasta que ambos estábamos exhaustos,
yo lloraba y moqueaba, el cuerpo me ardía, salvo la parte de las piernas que
estaban apoyadas en la cama, incluso la planta de mis pies estaba toda
golpeada, mi Cousteau gallego se había enfadado ese día porque me había puesto de pie
sin su permiso, iba a tardar un tiempo en volver a desear caminar como una
humana.
Amo, con la respiración acelerada
del esfuerzo que había hecho marcándome, se arrodilló detrás de mi en la cama,
agarro las anillas de mis/sus pezones, metió su increíble polla en mi culo, de
golpe, sin piedad, el dolor arrancó un gemido ahogado por el calcetín que
invadía mi boca, ya que no me había permitido dilatarme con el plug.
Amo empezó a embestirme como si
llevásemos eones sin follar y cuando pensé que no iba a poder contener mis
ganas de correrme, me ordenó que lo hiciese y…
Me desperté del orgasmo y mojada
como si me hubiese meado, como si mi Dueño hubiese estado allí.
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