viernes, 14 de abril de 2023

 

LA VAQUITA

 

El mantener una D/s dentro del matrimonio ya era complicado, pero cuando ella se quedó embarazada, un embarazo buscado y deseado, todo tuvo que reconfigurarse. Al principio él la trataba como una inválida y eso a ella le cabreaba mucho, le dejó bien claro que estar preñada no era una enfermedad y que no era una princesa desvalida, nunca lo había sido, seguía siendo una zorra caliente y lasciva y se fue muy enfadada a currar.

Al mediodía cuando regresó a casa se encontró con que su marido-Amo ya le había hecho la comida y le había puesto un cuenco en el suelo con agua. Ella, feliz como una perdiz, enseguida se desnudó, se puso su collar y se arrodilló en el cojín que había delante del bol, una cosa no quitaba la otra y su tripita incipiente con su lentejita dentro necesitaba una mínima comodidad.

Él le explicó, mientras la alimentaba de su mano,  que iba a tener una nueva mascota, a la que iba a cuidar y mimar, ella estaba un poco confusa, aunque les gustaba jugar con más gente, no le parecía el mejor momento para meter a alguien en su relación, claro, a lo mejor es que le iba a regalar un perrito, pero con el curro de los dos y ahora el bebé, tampoco le parecía el mejor momento.

A él no le había pasado inadvertido que los pechos de su perrita estaban creciendo, siempre habían sido preciosos y suculentos, pero el embarazo había obrado milagros, ella ya no sería su perrita, sería su vaquita, la perrita lola daba paso a la vaquita lily. Se levantó, salió de la habitación y entró con un collar de piel del que colgaba un bonito cencerro con un nombre grabado, lily.

Ella no podía estar más feliz, el collar le encantaba y experimentar cosas nuevas en el BDSM le entusiasmaba. Su Amo también estaba encantado, la idea de su vaquita lily le ponía realmente duro, aunque sabía que tenían que ser delicado en el juego, su bienestar y el de lenteja eran lo primordial.

No había perdido el tiempo, en la habitación había una especie de sillón, muy cómodo y en el que lily encajaba perfectamente en un cómodo 4 patas, con un hueco para la barriga y que dejaba las tetas colgando pero tenía un cómodo reposa cabezas, más tarde le preguntaría de donde había sacado tal artilugio, con unas argollas donde podía atarle las manos y los pies, a ella le encantaba que la atasen, asegurándose que estuviese cómoda. También había unos succionadores de pezones, manuales, no querían hacerle daño y otro saca leches para cuando empezase a lactar, podían convertir el hecho de reservar la leche para lenteja en un juego divertido para ambos.

Tumbó a lily en el sillón, era confortable y cálido, la amarró y desde ese momento el coño tomó el control, empezó a aplaudir y llorar de felicidad, le puso los succionadores en los pezones y los presionó hasta la mitad, los pezones de lily se alargaban por los tubos y ella se retorcía de placer, empezó a comerle el coño llevándola al límite una y otra vez pero sin llegar al final, se puso en pie y le penetró la boca con la polla, cuando él estaba a punto de correrse salió de su boca y entró en su culo y los dos se corrieron a la vez. Le quitó los succionadores, y le lamió los pezones, lily se retorcía y el cencerro a veces tintineaba, increíblemente lily se corrió espontáneamente otra vez, sin ni siquiera tocarle, cuando acabaron ella estaba exhausta, él la tapó con una manta calentita, pero la dejó atada, sabía que a ella eso le gustaba, cuando se despertase la desataría y la mantendría segura entre sus brazos. No solo iba a disfrutar de su vaquita, también iba a cuidarla, ella siempre había sido su más preciado tesoro y ahora encima llevaba a su ternerita dentro, no podía esperar a que empezase a lactar.

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